Si no actuamos de otra manera, si no obligamos a los Estados que se sirven de esos grupos a cambiar de actitud, los nuevos actores de la jihad se dedicarán a mantener un estado mundial de guerra sin fin.
Multinacional rica en hombres y
en fondos, insaciable en sus actos y presente en casi 100 países, a la vez
coherente y sorprendente, las “redes” del terror son uno de los principales
dolores de cabeza de los dirigentes mundiales. ¿Cuántas hay realmente? ¿Quién
manda en la cúpula? ¿Los grupos terroristas pertenecen acaso todos a Al-Qaida? ¿Existe una estructura central o las redes actúan
aisladamente? Las preguntas que se acumulan bajo forma de fichas sobre los
escritorios de los jefes de los servicios de inteligencia occidentales tienen
el mismo perfil y encierran un mismo interrogante. ¿Hacia dónde va el
terrorismo? “¿Hacia dónde?”, pregunta con ironía un diplomático francés de alto
rango, que luego responde: “Hacia lo peor, tal como lo señalamos antes de que
se desencadenara la guerra en Irak”. Los atentados cometidos en el mundo desde
que Estados Unidos y Gran Bretaña invadieron Irak vinieron a sumarse a un
cuadro ya complejo que, según los especialistas de los servicios secretos,
puede agravarse cada vez más.
Los actos terroristas
perpetrados en Estambul el 15 y el 20 de noviembre, el atentado de Casablanca, el
cometido en Ryad, los coches bombas que a diario
golpean Bagdad, los atentados en Bali, en los hoteles
del Sinai, aparecen como “plenamente” ligados a la
guerra en Irak. Las manos destructoras golpearon los Estados que mantienen
buenas relaciones con el “invasor” norteamericano y, en lo que atañe a Turquía
y Marruecos, incluso con el aliado privilegiado de Washington, es decir,
Israel. La metodología empleada por los terroristas lleva la marca de Al-Qaida y, sin embargo, los observadores ponen de relieve que
en tres de los cuatro países afectados las acciones fueron protagonizadas por
islamistas nacionales y no por redes extranjeras infiltradas en el país. La
pregunta queda siempre en suspenso: ¿los terroristas responden acaso a la
estructura de Bin Laden o
se trata únicamente de la aplicación de una “estrategia autónoma” pero
inspirada de los principios popularizados por Bin Laden? Para los expertos en terrorismo, lo que ocurre hoy
es la consecuencia directa de la guerra en Irak.
Quienes temían que el conflicto
iraquí acarreara la desestabilización de Medio Oriente y el incremento del
terrorismo contra los intereses norteamericanos, británicos y las comunidades
judías tuvieron razón antes de tiempo. “Lo que temíamos antes de la guerra
terminó siendo una realidad. Estamos asistiendo al nacimiento de una nueva forma
del terror cuyo motor es la venganza y sus protagonistas son pequeños grupos
extremistas que funcionan de manera autónoma”, analiza un militar francés.
Mucho más claro aún, el general August Hanning, jefe del servicio alemán de inteligencia, asegura
en las páginas del semanario francés Le Nouvel Observateur que “Al-Qaida se
regeneró con la guerra en Irak. Si bien es difícil definir el papel exacto que
tiene Bin Laden en la
planificación de los atentados, sabemos perfectamente que, gracias a sus
mensajes, él sigue movilizando a sus partidarios y explota muy bien la
situación que impera en Irak”. El militar alemán está convencido de que, “a
escala mundial, los extremistas islamistas ven en Irak el punto de
cristalización”. Para los europeos, los cuatro atentados cometidos en Estambul
representan “el preámbulo” de “un nuevo Apocalipsis”. La mayoría de los
especialistas de la lucha antiterrorista interpreta esos atentados como una
advertencia lanzada no sólo a Turquía sino, sobre todo, al conjunto de los
países de
Militares, jueces, servicios
especiales europeos, todos los interlocutores ligados a la lucha antiterrorista
reconocen que tienen enfrente un enemigo invisible y plural. Nadie sabe a
ciencia cierta de cuántos supuestos miembros consta Al-Qaida.
Consolidada en torno de la
guerra en Afganistán, Al-Qaida es una constelación
tanto más enigmática cuanto que se organiza según un esquema que no tiene
precedentes en la historia del terrorismo. Richard Labévière,
autor de una documentada investigación sobre los grupos terroristas (Los
bastidores del terror), explica que “Al-Qaida no es
una estructura organizada según un modo piramidal, como podría serlo un comité,
por ejemplo. Al-Qaida designa más bien una referencia
común antes que una estructura centralizada”. Si, como lo afirman las versiones
oficiales, el santuario afgano de Al-Qaida fue
destruido, sus cuadros y los miembros del núcleo más cercano a Bin Laden eliminados o arrestados
en Afganistán y Pakistán, ¿por qué el terrorismo persiste a la escala actual?
Reunidos en Bruselas a mediados de noviembre para realizar una “evaluación” de
la amenaza terrorista, los miembros del Esisc (European Strategic Intelligence and Security Center) establecieron
una “lista” negra de los países más amenazados. El documento muestra
precisamente que esos países son aquellos que, de una u otra manera,
“responden” a lo que se considera como la “política de los Estados Unidos”.
Para el Esisc, luego de Estados Unidos los países que
están en peligro son, en orden de importancia decreciente, Gran Bretaña,
Israel, Australia, Francia, Bélgica –sede de
En ese contexto, los expertos
arguyen que, lejos de haber “decapitado” al terrorismo y a Al-Qaida, el “aislamiento” en que quedaron sus dirigentes más
la propagación del mensaje de Bin Laden
dieron lugar al nacimiento de otra forma de
terrorismo. Un especialista militar acota que “aun sin tener la más mínima
conexión con Al-Qaida, los grupúsculos islamistas se
sirven de esa denominación como una marca a fin de movilizar a más gente y darles
un relieve creciente a sus acciones. Al-Qaida se ha
convertido en una marca que identifica a miles de individuos desconectados a
través del mundo. Ese es el peligro principal. Tenemos un enemigo que está en
todas partes, que se puede despertar en cualquier momento y que no pertenece a
ninguna estructura”. Los miembros del European Strategic Intelligence and Security Center
evocan incluso una personaje más peligroso. Se trata del “mujaidin
no alineado”, una suerte de individuo bien formado, aislado y, por
consiguiente, totalmente indetectable. Una bomba humana que se activa según sus
convicciones y las influencias del momento.
¿Hacia dónde va el terrorismo?
Lo peor sería orientarlo exclusivamente hacia Al-Qaida,
sugiere Alain Chouet,
investigador en el Instituto francés de Relaciones Internacionales y
especialista de los servicios secretos. Por paradójico que parezca, Alain Chouet afirma que desde que
se produjeron los atentados del 11 de septiembre, sólo cinco acciones
terroristas perpetradas desde entonces tienen un “lazo seguro con Al-Qaida”. El resto no. ¿Entonces quién? Chouet
observa que la obsesión de Al-Qaida orientó las
investigaciones hacia pistas falsas al tiempo que, en el seno de las
poblaciones fundamentalistas, reforzó la convicción de que “ese modelo existe”.
Según Alain Chouet, Al-Qaida “cedió su lugar a una multitud de pequeños activistas
locales de segunda mano que expanden la violencia con estrategias tortuosas o
indirectas”.
¿Hacia dónde va el terrorismo? Si
no actuamos de otra manera, si no obligamos a los Estados que se sirven de esos
grupos a cambiar de actitud, los nuevos actores de la jihad
se dedicarán a mantener un estado mundial de guerra sin fin. ¿Hacia dónde va el
terrorismo? Lo único cierto es que mientras la pobreza, la falta de crecimiento
económico se mantenga, será imposible occidentalizar un parte del mundo que
sigue un ritmo de evolución bastante lento.
EntrarDurante siglos se ha debatido quién debe detentar el poder y no los límites de ese poder.