Comenté el viernes pasado la tesis que los novatos que se aventuran a poner dinero en mercados que desconocen invariablemente pierden, a lo que agregué algunos datos sobre lo que parece una aguda burbuja especulativa en los mercados accionarios de China, que en menos de dos años han subido 300%.

Numerosas anécdotas de lo que sucede en China avalan la idea que sus mercados accionarios van rumbo al precipicio. La semana pasada el valor de las acciones vendidas superó por vez primera el de todos los demás mercados asiáticos sumados, incluyendo Australia y Japón.

De acuerdo a un reportaje publicado por el Asia Times de Bangkok, un burócrata en Guangzhou declaró que el 90% del staff de su oficina especulaba en acciones, y que con una inversión de 20 mil yuanes (2,600 dólares), él ganaba más en un día en el mercado que su sueldo de un mes.

Un taxista de Shangai aseveró que manejar era un oficio ocasional pues su principal trabajo era la especulación accionaria, y que mientras él escucha la radio y decidía qué acciones comprar, su esposa se apostaba en las oficinas del corredor para ejecutar sus órdenes.

Un profesor de la Universidad de Shenzhen levantó una encuesta en que mostró que mientras solo el 10% de los estudiantes de primer año invertía en acciones, la cifra se disparaba al 80% para los alumnos en el cuarto año.

Existen varias explicaciones para esta frenética especulación. Una es que los chinos no tienen nada mejor que hacer con su dinero dado que dejarlo en depósitos bancarios genera rendimientos negativos, cuando se toman en cuenta impuestos e inflación, que en abril llegó a una tasa anual de 3.3%.

La segunda razón es que el mercado de bienes raíces en los ámbitos urbanos ya se encuentran en niveles muy elevados, después de haber subido como la espuma por varios años. Además, los chinos no pueden invertir fuera de su país, aunque las autoridades han declarado que revisarán esta prohibición.

Pero hay razones de mayor peso. Los chinos han sido muy aficionados a los juegos de azar desde tiempos inmemoriales, pero todos fueron prohibidos a la llegada del régimen comunista en 1949. La especulación accionaria que estamos atestiguando, es el renacimiento de la ancestral afición china al juego.

Sin embargo, no es fácil pronosticar el inminente colapso del mercado accionario chino dadas las razones antes expuestas y que todavía hay una cantidad importante de ahorros en depósitos bancarios que podría sustentar su futuro crecimiento por un buen tiempo.

Muchos observadores de los marcados chinos apuestan a que el gobierno no permitirá un colapso accionario en vísperas de la Olimpiada de Beijing el año próximo, pues ello podría desatar un grave conflicto social por parte de los 100 millones de especuladores.

Pero tarde o temprano la ley universal e irremisible que los inversionistas bisoños siempre pierden, se aplicará también en China.