Una y otra vez escuchamos que nadie, desde los biólogos hasta los teólogos, es capaz de señalar en qué momento comienza la vida humana, si bien es cierto que, en más de una ocasión, yo hice la siguiente pregunta que, más que interrogación, es afirmación: ¿qué otra cosa, sino un ser vivo, es el que resulta de la unión del espermatozoide con el óvulo, y qué otro tipo de ser, sino humano, es el que resulta de la fecundación del óvulo de la mujer por el espermatozoide del hombre, siendo que ambos son seres humanos?

Para entender mi afirmación debemos encontrar aquello que, independientemente del tipo de vida de que se trate, tienen en común los seres vivos. ¿Cuál es ese común denominador? La capacidad de automovimiento, es decir, el poder inherente para pasar de la potencia al acto, lo que permite que la semilla se transforme, por sí misma, en árbol; que el lobezno devenga, por sí mismo, en lobo; que el bebé se convierta, por sí mismo, en niño, en joven, en adulto, en anciano. Esa, la capacidad de automovimiento, el poder para pasar por sí mismo de una potencia a un acto, es la esencia de los seres vivos, sean plantas, animales o seres humanos.

En eso, en la capacidad de automovimiento, en el poder inherente para pasar de la potencia al acto, en la posibilidad congénita de cambios cuantitativos (crecer) y cualitativos (mejorar), consiste la vida, dicho lo cual debemos preguntarnos si esa capacidad, ese poder y esa posibilidad están presentes en el ente que resulta de la unión del óvulo con el espermatozoide. A partir de ese momento, ¿el ente resultante de esa unión va pasando de una potencia a un acto, a través de una serie de cambios, no solamente cuantitativos, sino también cualitativos, y todo ello por sí mismo? Sí, ya que de no ser así el ente resultante de la fecundación sería siempre el mismo, y no lo es, ya que, de no ser abortado, terminará actualizando todas las potencias propias del ser humano, que lo es tanto si está en acto, como si se encuentra en potencia, tal y como sucede con el ente que resulta de la fecundación del óvulo por el espermatozoide, ¡desde el momento mismo de la procreación!, no a partir de la treceava semana de gestación.

Cierto, el ser humano recién concebido en el vientre de la madre necesita ese entorno uterino para ir actualizando sus potencias, para crecer cuantitativamente, y para mejorar cualitativamente, pero la madre solamente aporta el entorno adecuado para dicha actualización, no siendo la causa eficiente de la misma, de la misma manera que, nacido el bebé, necesita de los padres para sobrevivir, es decir, para seguir actualizando, por sí mismo, sus potencias: mamá y papá proporcionan el entorno adecuado para dichas actualizaciones, pero no son la causa eficiente de las mismas. Si lo fueran, es decir, si la vida, definida como la actualización de las potencias humanas, dependiera de los padres, ningún hijo moriría. Y es un hecho que los hijos mueren (comenzando por aquellos que son abortados).

El ser vivo es aquel que tiene dentro de sí el principio de su movimiento, entendido como el paso de la potencia al acto que el ser vivo lleva a cabo por sí mismo, como la transición paulatina que, a lo largo de nueve meses, se da desde el ser humano recién concebido hasta el bebé a punto de nacer, proceso a lo largo del cual, sin un instante de discontinuidad, el ser humano va actualizando, por sí mismo, sus potencias: va viviendo. ¿Que para lograrlo requiere del entorno uterino que le proporciona la madre? Claro que sí, pero una cosa es que la madre proporcione ese entorno, y otra muy distinta que sea ella la que, a manera de causa eficiente, vaya actualizando las potencias del feto, lo cual supondría que es ella quien vive por él, algo imposible.

Por cierto, y nada más por no dejar. ¿De quién es la definición de vida – capacidad de automovimiento -, que he utilizado? De Aristóteles, tomada de su obra Sobre el alma. Tal vez por allí, por leer a Aristóteles, deberíamos de empezar. Claro que esto, en la gran mayoría de los casos, es mucho pedir. ¿Será por ello, entre otras muchas lecturas abortadas, que estamos como estamos?