Elba Esther era ya una abierta quintacolumnista: una persona que aprovechaba las estructuras del partido para ordenar ataques en contra del candidato del partido. Pero ella se encargó de justificar su expulsión al afirmar abiertamente en el programa de radio de Joaquín López Dóriga que está trabajando para asegurar la derrota del candidato del PRI a la Presidencia de la República.

La maestra seguirá coordinando ataques en contra de Madrazo. Esto lo ha prometido y lo cumplirá. Pero no es igual que lo haga desde el interior del PRI a que tenga que hacerlo desde las filas de otro partido. El perredista Andrés Manuel López Obrador ha cuestionado sin cesar a Madrazo desde que ambos se enfrentaron en la elección por el gobierno de Tabasco en 1994, pero hace ya mucho tiempo que esos ataques se han convertido en simple ruido político.

Una de las preguntas importantes para Madrazo es saber cuánta gente se llevará la maestra. Un grupo de dirigentes magisteriales bien puede salirse del PRI cuando la expulsión se haga oficial, pero para otras la decisión no será tan fácil. El PRI no es sólo un partido político: es una red de acuerdos y complicidades. Muchos dirigentes del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación pueden encontrar que es más conveniente para ellos quedarse en el PRI aunque su líder moral salga del partido. No es un grupo sin importancia. El SNTE tiene 21 diputados federales, 45 locales y 200 alcaldes.

Elba Esther no va a suspender su carrera política. No queda claro si la continuará en el PAN, uniéndose al esfuerzo de campaña de Felipe Calderón, o si se incorporará al partido Nueva Alianza cuya fundación ella misma fomentó.

Pero una cosa es una maestra política y otra la líder del mayor sindicato de toda América Latina. El SNTE tiene cerca de un millón de afiliados. Es verdad que ya han pasado los tiempos en que los líderes de cualquier sindicato podían garantizar los votos o la movilización de todos los agremiados. Pero no hay duda de que después de tantos años de control sobre la organización, la mayoría de los mandos medios y altos del sindicato le deben a Elba Esther sus puestos y privilegios. Y alguna influencia tendrá sobre ellos.

Roberto Madrazo está haciendo un esfuerzo por unificar al partido después de los escándalos y los pleitos. La semana pasada se reunió con Arturo Montiel, quien no sólo abandonó su posición de que Madrazo había sido el responsable de filtrar la información sobre sus finanzas y las de su familia que llevó a su renuncia sino que prometió apoyar la campaña del PRI. Otros líderes del movimiento antimadracista han empezado a aceptar lo inevitable. Los gobernadores de Coahuila y Nuevo León, Enrique Martínez y José Natividad González Pérez, ya han anunciado que respaldarán al candidato presidencial de su partido. Sólo el sonorense Eduardo Bours se mantiene reticente y hostil ante Madrazo.

Madrazo es repudiado por los intelectuales y las clases medidas del país. Pero a nivel de preferencias electorales de la gente común y corriente no está tan lejos del triunfo. La más reciente encuesta de la empresa Consulta Mitofsky coloca a Andrés Manuel López Obrador en primer lugar con el 34.8 por ciento de las preferencias. Madrazo está muy cerca con 30.4 por ciento. Sólo que en un México muy dividido, el panista Calderón viene atrás con el 28.8 por ciento. De ahí la importancia que puede tener la resolución de la batalla entre Madrazo y Elba Esther.