Desde la perspectiva del derecho a la libertad de expresión, efectivamente el Estado tiene la potestad de administrar y manejar el espectro radioeléctrico, pero éste es un bien común. Su uso excesivo, discrecional y en no pocos casos convertido en herramienta de una parcialidad política, terminan desvirtuando y desdibujando el papel del gobierno.
El
gobierno de Hugo Chávez ha sido eficaz en crear matrices de opinión, eso debe
reconocérsele. Una, muy extendida entre colegas de América Latina, es creer que
el Presidente está en una situación asimétrica en materia de medios. El
contexto de
Esto
es bueno precisarlo. Hoy en día la asimetría mediática de antaño ha sido
suplantada por otra, pero en la cual el gobierno tiene la tajada más grande. No
sólo en número de medios, sino en el control político de las entidades
reguladoras del sector y en el copamiento de las institucionales judiciales que
sería el recurso para aquellos afectados por la acción gubernamental. Así las
cosas, el Directorio de Responsabilidad Social salta para alertar sobre un
potencial cierre de Globovisión, por presuntamente
incumplir
Es
un contexto desproporcionado por el peso gubernamental que ha venido creciendo
y que desde hace dos semanas sumó la frecuencia del canal 2, que por más de
medio siglo llevó al país RCTV, en el que no puede dejarse a un lado el tema de
las cadenas nacionales de radio y televisión. Desde que asumió el poder, en
1999, el presidente Chávez comenzó a pervertir el mecanismo de las cadenas. Si
algún lector foráneo lee estas líneas debe explicársele que las cadenas es el
nombre de un mecanismo, ratificado en la ley, que le otorga al poder ejecutivo
un uso absolutamente discrecional del espectro radio eléctrico.
Durante
el tiempo de las cadenas, ninguno de los 26 millones de habitantes del país
pueden tener un mensaje distinto en sus aparatos de radio o televisión, salvo
que tengan un servicio de suscripción privada y así refugiarse en la televisión
foránea. Vale comentar que en Venezuela se han interrumpido juegos decisivos
del béisbol profesional o se han postergado dramáticos finales de telenovelas,
porque el presidente Chávez decidió a último minuto que su palabra debía ser
oída por todo el país. ¿Qué pasaría en Argentina, por ejemplo, si Kichner interrumpe con un mensaje a la nación un partido River-Boca o si Lula se encadenara y dejara al pueblo
brasileño sin posibilidad de elegir?
En
el pasado, huelga decir hasta 1998, su uso se limitaba a las fechas patrias, a
alocuciones que tenían un peso en la política pública del país o con motivo de
decisiones gubernamentales de envergadura.
Gracias
a la matriz de opinión gubernamental, las cadenas comenzaron a justificarse en
aras de hacer frente a la guerra mediática de los privados. Hoy, empero, de
facto vivimos dos dimensiones que terminan produciendo similar efecto. El
programa “Aló, Presidente” ha devenido en una especie de semicadena,
dado el alto número de medios gubernamentales que lo transmiten de forma
simultánea.
Hasta
el pasado 26 de mayo, y desde que asumió el poder en febrero de 1999, el
presidente Chávez ha dado 1,542 cadenas. Eso quiere decir que cada dos días hay
una. ¿En cuál horario? Sencillamente en el que se le antoje al jefe de Estado.
En total son 922 horas con 43 minutos. Eso equivale a unos 38 días (y sus
noches) de absoluto monólogo comunicacional, en los
últimos ocho años en Venezuela.
El
programa “Alo, Presidente”, esa especie de semicadena
en la que se suman los medios oficialistas los días domingos, suma –también hasta
el 26 de mayo- un total de 1,006 horas. Esa suma equivale a 41 días, y sus
respectivas noches.
Desde la
perspectiva del derecho a la libertad de expresión, efectivamente el Estado tiene
la potestad de administrar y manejar el espectro radioeléctrico, pero éste es
un bien común. Su uso excesivo, discrecional y en no pocos casos convertido en
herramienta de una parcialidad política, terminan desvirtuando y desdibujando
el papel del gobierno. Cuando se pone al aire una cadena de radio y televisión,
se obliga a todos los ciudadanos a ver un único mensaje, una sola voz, y eso es
especialmente preocupante porque con excepciones es el presidente Chávez quien
habla. Una sola voz puede hablar, mientras dura la cadena, el resto del país
debe escuchar. ¿Es
eso libertad de expresión?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.