Los gubernamentólatras, comenzando por los gobernantes, dirán que qué bueno es el aumento del gasto público, como si la condición del progreso económico fuera una mayor gasto del gobierno, algo que dista mucho de ser cierto, pudiendo inclusive ser lo contrario.
Ya sé que, en comparación con otros gobiernos, el mexicano
recauda menos y que, por consecuencia, su gasto es menor, todo ello
(recaudación y gasto) como porcentaje del Producto Interno Bruto, que es la
producción de bienes y servicios, el PIB. Es más, éste es uno de los argumentos
más socorridos para justificar cualquier intento, del gobierno, para apropiarse
de una mayor tajada de los ingresos de los contribuyentes o, dicho de otra
manera, para obligarlos a entregarle una mayor proporción del fruto de su
trabajo. Pero no hay que confundir: una cosa es que, efectivamente, el gobierno
mexicano recaude menos que, por ejemplo, el resto de los países de
Una y otra vez escuchamos a nuestros políticos, del
presidente Calderón para abajo, quejarse del presupuesto – “¡No nos alcanza!”
-, señalando que muchas son las necesidades del país y pocos los recursos para
atenderlas, lo cual, de entrada, me lleva a la siguiente pregunta: ¿es tarea
del gobierno satisfacer necesidades, que nunca son del país, sino de personas?
¿Qué la tarea del gobierno no es la de garantizar los derechos a la vida, la
libertad y la propiedad, algo muy distinto a satisfacer necesidades, por más
que hoy se confundan los primeros – derechos -, con las segundas - necesidades
-, confusión que ha dado como resultado abusos del gobierno en contra de la
libertad y la propiedad de muchos de sus gobernados?
El hecho es que, una y otra vez, oímos a nuestros políticos
quejarse del presupuesto, porque el mismo no les alcanza, pese a que, año tras
año, crece, y no solamente en términos nominales, sino también en reales, ya
descontada la inflación, tal y como ha sucedido en los primeros siete años del
siglo XXI, tal y como sucederá también en el
octavo, el 2008, y a los números me remito. Del 2001 al 2007 el presupuesto
del gobierno aumentó, en términos reales, 9.5, 1.8, 0.2, 3.4, 6.8, 4.5 y 10.7
por ciento, respectivamente. ¿En cuánto aumentará el año entrante? Suponiendo
una inflación del 3.7 por ciento para el 2008 (según la proyección de los
principales analistas de economía del sector privado), el aumento será, en
términos reales, del 10 por ciento, con lo cual Calderón sumará dos años con
incrementos en el presupuesto de por lo menos diez puntos porcentuales.
Comparemos: el incremento promedio anual durante la administración foxista fue del 4.4 por ciento. De mantenerse, en lo que
restará de su gobierno, la tendencia observada en los dos primeros años de su
administración, Calderón terminará ejerciendo un presupuesto 80 por ciento
mayor que el ejercido en el último año del foxismo.
De acuerdo, dirán algunos, pero las cuentas hechas en el
párrafo anterior no nos dicen mucho, ya que lo que hay que hacer, para tener
una idea más clara del tamaño del gobierno, es analizar su presupuesto como
proporción del PIB y compararlo en distintos años. Hagámoslo. En el 2000 el
presupuesto del gobierno, como proporción del PIB, fue 22.6 por ciento.
Suponiendo, para el año entrante, un crecimiento del PIB del 3.1 por ciento, y
una inflación de 3.7 puntos porcentuales (todo ello según los datos de la
mentada encuesta), el porcentaje será de 27.7, lo cual significará un
incremento, con relación al 2000, del 23 por ciento.
Los gubernamentólatras, comenzando
por los gobernantes, dirán que qué bueno, como si la condición del progreso
económico fuera una mayor gasto del gobierno, algo que dista mucho de ser
cierto, pudiendo inclusive ser lo contrario, de entrada, por la respuesta a la
siguiente pregunta: independientemente del cuánto, ¿quién gasta mejor: un
gobernante o un gobernado? Usted, lector, ¿qué creé?
Por lo pronto la pregunta que debemos hacernos es gobierno
¿cuánto más?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.