Hoy todo apunta a una crisis sin precedentes. Por eso su apuro en realizar el referendo el 2 de diciembre para aprobar su nueva Constitución, la número 27, a imagen y semejanza de la que oprime salvajemente a los cubanos.
Miami (AIPE)- El ambiente venezolano se le está
complicando a Hugo Chávez. A pesar de que el precio del barril de petróleo se
acerca a los 100 dólares, los venezolanos confrontan creciente escasez de
alimentos y demás productos esenciales. Debido a absurdos controles de cambio y
de precios, a la ineptitud y desbordada corrupción burocrática, al acoso sufrido
por los productores nacionales y la lentitud de los servicios portuarios, por
primera vez en la historia venezolana se sufre tal escasez. El faltante más
notorio es la leche para los niños y éste apenas es el prólogo del chavismo estalinista.
Como al gobierno se le viene encima una crisis
fiscal de inmensas proporciones, acaba de implantar un impuesto a las transacciones
financieras: 1,5% sobre cada cheque emitido por las empresas. En los sectores
que operan bajo precios fijados por el gobierno, como los colegios privados, la
distribución de gasolina, gas licuado, medicinas y alimentos esenciales, éste nuevo
impuesto significa la desaparición de más empresas e industrias pequeñas y
medianas.
Según estadísticas de
Y cada día más venezolanos se preguntan para qué
sirven los controles de precios y de cambio cuando desde hace años sufren una
de las peores inflaciones del mundo, como lo reporta la revista The Economist. En
depreciación de la moneda, sólo su amigo Robert Mugabe, presidente de Zimbabwe, le gana a Chávez. La otra
pregunta es ¿para qué les sirve el petróleo, que supuestamente desde enero de
1976 pertenece a todos los venezolanos?
En enero habrá una nueva moneda (con tres ceros
menos), que el gobierno llama “bolívar fuerte”. Chávez asegura que con la nueva
moneda los venezolanos podrán comprar más, pero sucederá lo contrario. Una
fuerte devaluación está en ciernes, aunque siga aumentando el precio del
petróleo.
Mientras los venezolanos confrontan tantas
calamidades, Chávez sueña con encabezar una confederación de naciones
latinoamericanas, entromete funcionarios, militares y dólares venezolanos en
entidades gubernamentales de Bolivia, Nicaragua, Argentina y Ecuador, ofrece refinerías
petroleras por donde quiera que viaja y amenaza con medidas aún más radicales
contra quienes pretenden producir, distribuir o prestar algún servicio a la
población venezolana. En estos días, Chávez está celebrando el retiro de ExxonMobil y Shell de América del
Sur, empresas que hace medio siglo tenían cuantiosas inversiones en Venezuela,
por lo que entonces las exportaciones venezolanas representaban 60% del
comercio petrolero internacional.
Hoy todo apunta a una crisis sin precedentes.
Por eso su apuro en realizar el referendo el 2 de diciembre para aprobar su
nueva Constitución, la número
Chávez está seguro de ganar el referendo porque
–como sucede en todos los países comunistas– la
oposición vive bajo serias amenazas, cada día él ejerce mayor control sobre la
radio y televisión, manipula como quiere al Consejo Nacional Electoral, el
registro de electores es un secreto de estado para que nadie pueda investigar ni
comprobar irregularidades (muertos y fantasmas que votan, cubanos y otros
extranjeros reciben cédulas venezolanas apenas llegan al país), el sistema
electrónico de votación es inauditable y cuenta con cómplices
de amplia experiencia en conteos fraudulentos.
Además, muchos opositores no votarán porque la
reforma propuesta irrespeta descaradamente los fundamentos de
Contrario a la propaganda oficial, Chávez es el gobernante
venezolano que a lo largo de nuestra historia menos se ha parecido físicamente,
culturalmente e ideológicamente a Simón Bolívar.
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EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.