Lo que conviene a los consumidores es lo que, al final de cuentas, beneficia a la economía en su conjunto, comenzando por la desaparición de productores poco competitivos y poco productivos, que solamente hacen un mal uso de unos recursos que son escasos.
Salvo en el caso de Robinson
Crusoe, náufrago solitario en una isla, en la
actividad económica siempre hay dos partes - oferentes y demandantes,
productores y consumidores -, razón por la cual resulta un error centrar la
atención en una de ellas que, por lo general, son los oferentes o productores,
sobre todo cuando del comercio entre personas de distinta nacionalidad se
trata.
No son pocos los que critican la competencia que
traen consigo las importaciones porque la misma amenaza a los productores
nacionales, amenaza que va desde la reducción de la ganancia hasta la quiebra
del negocio, con la consabida pérdida de puestos de trabajo, pérdida que, para
muchos, justifica limitar, o de plano eliminar, la libertad del consumidor para
consumir lo que dé la gana, independientemente de dónde se haya producido, en
el país o el extranjero, limitación o eliminación de la libertad del consumidor
que se logra limitando o eliminando la importación de bienes y servicios, tal y
como, pese al libre comercio, sucede en México.
Hace unas semanas, un periódico de circulación
nacional nos informó que “distintos productos chinos perdieron participación en
el mercado mexicano gracias a las cuotas compensatorias”, que no son otra cosa
más que impuestos que elevan el precio del producto importado restándole
competitividad, limitando la libertad del consumidor para consumir más y/o
mejor, restringiendo, por ello, sus posibilidades de alcanzar un mayor nivel de
bienestar. La nota nos informó que lo perdido por los productos chinos en los
mercados mexicanos fue ganado por México, olvidando que, salvo en el caso de Robinson Crusoe, náufrago
solitario en una isla, en la actividad económica siempre hay dos partes - productores
y consumidores, oferentes y demandantes, - razón por la cual resulta un error
centrar la atención en una de las partes que, por lo general, son los oferentes
o productores, siendo igualmente un error la identificación de esos oferentes
y/o productores con la totalidad de la actividad económica (“La pérdida de
participación de productos chinos en los mercados mexicanos es un triunfo para
la economía mexicana”) o, todavía peor, con el país (“La pérdida de
participación de productos chinos en los mercados mexicanos es un triunfo para
la nación mexicana”), cuando lo correcto es lo siguiente: “La pérdida de
participación de productos chinos en los mercados mexicanos es un triunfo para
los productores mexicanos, ¡que no son, ni toda la economía, ni mucho menos
todo el país!”
Las cuotas compensatorias, por las cuales aumentó el
precio de ciertos productos chinos (lápices, bicicletas, velas, vajillas y
sacapuntas), beneficiaron, otorgándoles una ventaja indebida, a los productores
mexicanos de tales mercancías, quienes deben aplaudir la medida y exigir otras
por el estilo. Ahora bien, una cosa es que ellos, los productores poco
competitivos y poco productivos, exijan medidas que los mantengan al margen de
la competencia, y otra muy distinta que las autoridades, comenzando por
Quiero ver cuál va a ser el medio de comunicación
que, ante medidas proteccionistas, en vez de informar “¡Ganaron los
productores!” informe “¡Perdieron los consumidores!”, sin olvidar que lo que
conviene a los consumidores es lo que, al final de cuentas, beneficia a la
economía en su conjunto, comenzando por la desaparición de productores poco
competitivos y poco productivos, que solamente hacen un mal uso de unos
recursos que son escasos, razón por la cual deben de usarse de la mejor manera
posible, para lo cual se requiere, de manera indispensable, de la competencia.
¿Hasta cuándo lo entenderán quienes deben entenderlo para enmendar las cosas,
comenzando por los legisladores?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.