“Me quieren enjaular”, afirmó el Sr. López al referirse a la iniciativa de reforma de los artículos 25 y 31 de la Constitución para dotar de autonomía a la CNBV, la CNSF, la CONSAR y al SAT. Señaló el susodicho que con estas reformas se crearía (sic) un cuarto poder dentro del Estado mexicano, el poder financiero, y que sería una medida para atarle las manos y evitar el “cambio de rumbo” de la política económica y una medida para impedirle la consecución de su proyecto alternativo de nación (whatever that means). El exabrupto del Sr. López muestra que no tiene ni la menor idea del quehacer de la política económica y por qué es, en consecuencia, un peligro para la Nación. Que las diferentes Comisiones y el SAT tengan de autonomía política, entendida ésta como aquella situación en la cual los miembros de las diferentes juntas de gobierno no puedan ser obligados por el Poder Ejecutivo a cumplir con un mandato diferente al que establecen las leyes que los rigen y que los miembros de estas juntas no puedan ser removidos de sus cargos por negarse a acatar tales órdenes, tal como sucede actualmente con el Banco de México y el IFE, no determina, como cree el Sr. López, que ello lo limitaría en el diseño y ejecución de la política económica, simplemente porque la política económica de un gobierno no se determina en las Comisiones referidas ni en el SAT. Lo señalado por el Sr. López nos muestra además, nuevamente, su absoluto desprecio por el estado de derecho al dejar ver, desde ahora, su intención de violentar las leyes que rigen actualmente a estos organismos para manejarlos de acuerdo a sus malévolas intenciones y perversos propósitos.

El Sr. López muestra claramente su absoluto desconocimiento en materia económica al no saber que las Comisiones Bancaria y de Valores y de Seguros y Fianzas tienen como principal objetivo salvaguardar la estabilidad y sanidad del sistema financiero, estableciendo una regulación que induzca una asignación eficiente de recursos financieros en la economía hacia sus usos más rentables, que permita a los agentes económicos diversificar los riesgos, que permita detectar y castigar prácticas fraudulentas y que aminore el problema de riesgo moral de las acciones privadas es decir, disminuir la probabilidad de que las pérdidas privadas se socialicen a través de una mayor carga fiscal a los contribuyentes. Estas dos Comisiones en ningún momento determinan la política económica de un gobierno. ¿Por qué entonces darles la autonomía? Simple; para evitar que el presidente, cualquiera que sea, introduzca distorsiones regulatorias en el sistema financiero como son los “cajones selectivos de crédito” o regímenes distorsionantes de inversión de reservas.

Igual es su ignorancia en lo referente a la CONSAR. Por Ley de la propia Comisión y por la Ley del Seguro Social, la CONSAR tiene como objetivo establecer una regulación eficiente de las Afores para que éstas, operando dentro de este conjunto de reglas, busquen maximizar el rendimiento sobre los fondos acumulados de las pensiones de los trabajadores. Estas reglas son muy claras al respecto de en qué tipo de valores y en qué porcentaje de la cartera total de las Siefores se pueden invertir los recursos de los trabajadores. La CONSAR no dicta la política económica. ¿Por qué entonces darle la autonomía? Simple; para evitar que el presidente, cualquiera que sea, se pueda apropiar de estos recursos, realmente expropiarlos violentando en consecuencia el estado de derecho, desperdiciarlos y dejar a los trabajadores en la calle cuando estos se pensionen.

Todavía es mayor su ignorancia en relación al SAT. Quizás el Sr. López cree que es en el SAT en donde se decide la estructura tributaria del país (qué impuestos habrá y a qué tasas) o que es aquí también en donde se decide cómo integrar el Presupuesto de Egresos de la Federación. Muestra su absoluto desconocimiento al respecto. La estructura tributaria se diseña en la Subsecretaría de Ingresos y el presupuesto en la Subsecretaría de Egresos, pero es finalmente en el Congreso de la Unión en donde se toman la decisiones al respecto. ¿Por qué entonces darle la autonomía al SAT? Simple; para evitar que el presidente, cualquiera que sea, utilice los poderes de supervisión de cumplimiento de las obligaciones tributarias por parte de los contribuyentes para tomar venganzas políticas.

¿Enjaular al Sr. López?, no. Educarlo, sin duda.