La mayoría de los políticos detestan el liberalismo económico porque les recuerda la tremenda sentencia de Milton Friedman: “No hay comidas gratis”. Así, especulan, nadie gana elecciones.
Tanto en los países desarrollados
como en los países en vías de desarrollo, los gobiernos y los políticos en
busca del éxito le están prestando más atención a los
encuestadores y a los expertos en mercadotecnia política que a los economistas
y a los especialistas serios y preparados.
En esa medida retrocede la
productividad en el mundo. En esa medida, millones de seres humanos están
pagando más por los alimentos al tiempo que escuchan ávidos a los políticos que
prometen energéticos baratos, servicios de salud sin costo, pensiones
inagotables y empleos de “Adelitos defensores de la
soberanía” (modalidad que la izquierda mexicana ha ideado para reciclar la
viejísima costumbre de cobrar en el gobierno sin trabajar, como lo describió
Sergio Sarmiento hace poco).
Tomemos el caso de la liberalización
comercial. Alan Greenspan ha escrito que si la gente
no experimenta de primera mano –en su vida diaria- las ventajas de la libre
competencia, tenderá a ponerse en manos del primer populista que le prometa erigir
barreras al comercio y obstáculos a la migración. Si Miguel de la Madrid
hubiese tenido que someter a referéndum la necesidad de abrir unilateralmente
la cerradísima economía mexicana, todavía estaríamos hoy jugando a los
contrabandistas aficionados, escondiendo en las maletas, como tesoro prohibido,
una “iPod” después de una visita relámpago a Laredo.
El economista serio le dirá al
político que la mejor forma de preservar los recursos -por ejemplo, el petróleo
o el agua– es cobrarlos al precio que dictan la
oferta y la demanda, pero el estratega político o el encuestador le dirán que
cueste lo que cueste hay que evitar, por ejemplo, que suba el precio de la
gasolina… no importa que para ello cada día se subsidien millones de pesos a
los más ricos y que se fomente un desperdicio ruinoso.
Un dato: En los tres primeros meses
de 2008 México importó 37.4% más litros de gasolina que un año antes. Un alza
tal en la demanda sólo se explica por un precio de ganga. Así se quedó
Argentina sin gas natural en 2003-2004…, pero el matrimonio Kirchner
se mantuvo en el poder…, arguye el encuestador.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.