El pleito no es sólo por el reconocimiento de los militantes y del Instituto Federal Electoral sino por los casi 500 millones de pesos que el PRD debe recibir de prerrogativas del Estado en este 2008. Los perredistas se consideran de izquierda, pero eso no significa que no se den cuenta de lo que implica controlar una cantidad tan importante de dinero.
Lo que empezó como un simple proceso de renovación de la dirigencia interna
se ha convertido primero en un drama político y al final en una parodia del
movimiento de Andrés Manuel López Obrador del 2006. Hoy el PRD tiene dos
presidentes, sólo que no queda claro cuál es el legítimo y cuál el
constitucional.
Lo que quedó de los organismos encargados de realizar y calificar la
elección interna declararon a Alejandro Encinas como ganador del proceso y lo
designaron presidente nacional del partido, pero sin concluir el recuento de
los votos. El Consejo Político Nacional del partido, controlado por
simpatizantes de Jesús Ortega, tomó la decisión, por el contrario, de nombrar a
Guadalupe Acosta, uno de los suyos, como presidente nacional interino en
sustitución de Leonel Cota.
El pleito no es sólo por el reconocimiento de los militantes y del
Instituto Federal Electoral sino por los casi 500 millones de pesos que el PRD
debe recibir de prerrogativas del Estado en este 2008. Los perredistas
se consideran de izquierda, pero eso no significa que no se den cuenta de lo
que implica controlar una cantidad tan importante de dinero.
Algunos analistas consideran la posibilidad de que el actual conflicto
interno lleve al rompimiento definitivo del PRD. Otros dicen que ese
rompimiento ya se ha dado. En este momento, de hecho, tanto Encinas como Acosta
se ostentan como presidentes del partido y dan órdenes que sólo son escuchadas
por sus seguidores. El único pegamento que sigue manteniendo unido al partido
es el dinero. Cualquier grupo que salga de la actual estructura del partido
perdería el acceso a los 473.5 millones de pesos en prerrogativas. Y como la
nueva ley electoral hace mucho más difícil que antes la creación de un nuevo
partido, sería muy difícil que el grupo creara su propio partido/negocio.
En el 2006 y el 2007, cuando ya las semillas de la división estaban
sembradas, Andrés Manuel López Obrador era el elemento que unía al partido. El
caudillo tabasqueño, sin embargo, cometió el error de apoyar abiertamente a
Encinas en la contienda y esto ha cambiado las cosas. Ni Jesús Ortega ni ningún
otro de los dirigentes del grupo moderado del partido quieren enfrentarse
directamente con el ex candidato presidencial, pero saben bien que éste los
destruirá a la primera oportunidad.
En otros tiempos el pleito por el
PRD se habría dirimido ya en confrontaciones violentas. Pero el interés por el
dinero es demasiado fuerte. Los dos grupos que se disputan el control del PRD
saben que necesitarán el aval del IFE y del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación si quieren tener el control de las prerrogativas que
les otorga el sistema electoral mexicano. No tienen más opción, por lo tanto,
que buscar el reconocimiento oficial.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.