El gobierno hada madrina pretende concederle, a todos los gobernados, todos los bienes, algo que resulta imposible, razón por la cual debe conformarse con concederle, a algunos gobernados, algunos de los bienes. Algunos gobernados, ¿cuáles? Los más necesitados. Algunos bienes, ¿cuáles? Los más necesarios. ¿Cómo le hace el gobierno para concederle, a algunos gobernados, algunos bienes? Redistribuyendo, es decir, quitándole a algunos (los menos necesitados) para darle a otros (los más necesitados), redistribución que, así vista, parece legal, y hasta éticamente correcta. ¿Qué tiene de malo que el gobierno le quite a los que más tienen para darle a los que menos tienen?

No estoy preguntando qué tiene de malo que los que más tienen compartan, voluntariamente, parte de lo que poseen con los que menos tienen, sino qué tiene de malo que el gobierno obligue a los primeros a compartir parte de lo suyo (en tales circunstancias, ¿lo suyo sigue siendo suyo?), con los segundos, algo esencialmente distinto. Lo primero, obviamente, no tiene nada de malo, afirmación que puede llevar a más de uno a preguntarse lo siguiente: si no tiene nada de malo que los que más tienen ayuden voluntariamente a los que menos tienen, ¿por qué habría de tenerlo el que el gobierno los obligue? En ambos casos el resultado es la redistribución desde los que más tienen hacia los más necesitados y, por lo tanto, el alivio de las necesidades de estos últimos. El fin, ¿justifica los medios?

Para responder preguntémonos ¿qué pasa cuando el gobierno, además de prohibir que unos dañen a otros, obliga a unos a beneficiar a otros? ¿Cómo se logra esto último? Obligando a los primeros a entregar parte del producto de su trabajo a favor de los segundos, es decir, redistribuyendo, redistribución que se ha convertido en sinónimo de gobernar, y para comprobarlo basta con revisar el presupuesto de egresos del gobierno y poner atención a las tareas que el gobierno realiza y presume (por ejemplo: el programa Piso firme).

¿El fin - aliviar las necesidades básicas de los más necesitados -, justifica el medio – obligar a unos a entregar parte de su trabajo a favor de otros –? Antes de responder consideremos la siguiente pregunta: ¿tiene, o no, el ser humano derecho al producto íntegro de su trabajo? La palabra clave es íntegro, que es sinónimo de total o completo. Si la respuesta es afirmativa, entonces ¿cómo justificar el cobro de impuestos, sobre todo con fines redistributivos?

Para ponerlo de la manera más clara posible: ¿cuál es la diferencia entre un padre de familia que, por necesidad, roba para darle de comer a sus hijos, y el gobierno que cobra impuestos para ofrecerle, a esos mismos niños, desayunos escolares? ¿Existe alguna diferencia esencial entre lo primero y lo segundo? En el primer caso, ¿se trata de un robo? Sí, por más atenuantes que tenga. En el segundo caso, ¿también? Habrá quien responda que no, que en el segundo caso no hay robo, momento en el cual debe preguntarse ¿qué es un robo? Respuesta: tomar para sí, por la fuerza, lo ajeno, definición que es, entre otras, la del cobro de impuestos, por el cual el gobierno toma para sí, por la fuerza, parte del trabajo de los gobernados, es decir, de lo ajeno.

Si aceptamos que el ser humano tiene derecho al producto íntegro de su trabajo, ¿cómo justificar el cobro de impuestos, sobre todo con fines redistributivos?

Continuará.