¿De qué sirve un informe sin informe? ¿Para qué queremos un informe sin presidente? ¿Qué caso tiene un ejercicio de rendición de cuenta sin la presencia del funcionario responsable?

Muchos políticos argumentaron que este 1ro de septiembre nuestro país tuvo un avance republicano. Ya no hubo besamanos, como en los tiempos lejanos del partido hegemónico, pero tampoco interpelaciones, orejas de burro o máscaras de puerquito.

Al final, sin embargo, esto no ha sido un triunfo sino una derrota para quienes deberían ser los personajes más importantes de la vida política: para los ciudadanos, que tenemos derecho a que los funcionarios rindan cuentas no sólo a la clase política sino a la nación en su conjunto. Esto no se puede hacer con un informe de más de 500 páginas y otras 500 de apéndice estadístico. Se requiere la expresión verbal y la oportunidad de ver directamente a los ojos al mandatario.

En virtualmente todos los países del mundo hay un informe de gobierno del jefe del ejecutivo al legislativo y a la nación. Ésta es una de las características más distintivas del sistema presidencial, pero también lo vemos en los regímenes parlamentarios. No deja de ser significativo que el PRD, que tanto luchó por impedir el ingreso del presidente de la república al pleno del Palacio Legislativo, mantiene el informe con la presencia del jefe de gobierno en el Distrito Federal.

Algunos estados han reducido ya el informe de gobierno a una simple entrega burocrática de un texto a una oficialía de partes más o menos digna. Pero han perdido mucho con ello. Las ceremonias son una parte importante de la vida en una república como la nuestra y mal haríamos en tratar de desterrarlas.

En el caso del informe presidencial, lo ideal habría sido modificar el formato. No tenía sentido que en la sesión inaugural del Congreso, en un momento en que el ejecutivo debía rendirle cuentas a los legisladores y a la nación, el presidente no tuviera que escuchar ninguna crítica, ningún cuestionamiento. Pero esto se podía resolver con algo tan sencillo como establecer la obligación de que el presidente llegara desde el inicio a la ceremonia y escuchara las posiciones de los partidos políticos. Habría sido también saludable un intercambio de puntos de vista al final del discurso presidencial.

Lo que no beneficia a nadie es el silencio o la comunicación sólo por mensajería. ¿Qué caso tiene que el presidente sólo responda por escrito a las preguntas de los legisladores? ¿Cuál es el sentido de hacer comparecer sólo a los secretarios de Estado, cuando en nuestro régimen el presidente es el responsable último de todas las decisiones importantes del gobierno federal?

Tengo la impresión de que tarde o temprano los mexicanos trataremos de regresar a un informe tradicional. Ordenaremos a través de las leyes que el presidente se presente ante el Congreso y le rinda cuentas. Si no tenía sentido tener el día del presidente, tampoco lo tiene tener un informe sin presidente.