Se estima que la economía mexicana crecerá este año a una tasa ligeramente inferior al 2.5% mientras que se proyecta una para el próximo año de 3% y se argumenta que una de las principales explicaciones para tan mediocres tasas de expansión económica es la desaceleración del crecimiento de la economía estadounidense. Aunque esto tiene parte de cierto, realmente no es la principal razón por la cual la economía mexicana simplemente no crece a mayores tasas y de manera sostenida. Existen en el marco institucional mexicano toda una serie de elementos que se constituyen como significativas barreras al crecimiento. Algunos ejemplos.

Uno sin duda muy importante es la ineficiente definición de los derechos privados de propiedad en el marco legal así como su muy deficiente protección por parte del poder judicial. Si los agentes económicos no tienen la garantía de que los bienes que nominalmente son suyos lo sean en realidad y que además podrán ejercer con plena libertad la utilización de estos así como la libertad para transferirlos a través de transacciones enteramente voluntarias, implica que el riesgo percibido de acumular capital, de generar riqueza, es relativamente elevado, por lo cual la tasa de inversión y la tasa de crecimiento económico serán menores. Peor aun cuando aquellos que se involucran en contratos no tienen la garantía de que si una de las partes no lo cumple, la parte afectada podrá acudir ante un poder judicial independiente e imparcial que le proteja esos derechos. ¿Qué tenemos en México? Primero, por una ineficiente definición de los derechos de propiedad el riesgo expropiatorio es relativamente elevado. Segundo, el poder judicial, sobretodo en los estados está plagado de corrupción y de parcialidad en los juicios por lo que existe certidumbre jurídica del cumplimiento de contratos. Tercero, los registros públicos de la propiedad son ineficientes, obsoletos y corruptos por lo que los agentes económicos viven en la incertidumbre sobre si su propiedad sigue siendo realmente suya.

Otro elemento que se constituye como una traba al crecimiento económico es la enorme e ineficiente carga regulatoria que enfrentan las empresas y los individuos y que se refleja en mayores costos de transacción que inhiben la inversión. Además, la misma existencia de todas estas regulaciones deriva en una enorme incidencia de corrupción entre la burocracia, tanto federal como estatal y municipal. Eliminar regulaciones inútiles y modernizar otras es urgente pero este proceso se enfrenta a la propia burocracia para quienes está en su interés que el statu quo se mantenga para que ellos puedan seguir extorsionando al sector privado.

Un tercer elemento que inhibe el crecimiento es la protección gubernamental a las prácticas monopólicas, tanto las ejercidas por el propio gobierno en las áreas de electricidad e hidrocarburos, como las ejercidas por el sector privado en las áreas de telecomunicaciones, transporte de carga y de pasajeros, cemento, notarias, etcétera. Estas prácticas no solo representan una pérdida en el bienestar de los consumidores, sino que, al aumentar los costos de transacción y de operación en la economía, inhiben la inversión. Obviamente es indispensable que todos los mercados sean competitivos pero quienes detentan el poder monopólico harán hasta lo imposible para bloquear cualquier intento de reforma.

Sigue la próxima semana.