No se requiere ser muy sabio para entender que la carrera presidencial definirá lo que ocurra en nuestro país en este 2006. Los tres principales candidatos ofrecen visiones muy distintas para el futuro de México. Y la verdad es que nadie tiene asegurada de momento la victoria, por lo que ese futuro está de momento marcado por la incertidumbre.

Andrés Manuel López Obrador es hasta el momento el candidato más popular, pero el que tiene la maquinaria partidaria más débil entre los tres partidos realmente contendientes. Roberto Madrazo se encuentra en tercer lugar en las encuestas de opinión, pero su partido, el PRI, es el único que hasta ahora tiene una presencia realmente nacional. Felipe Calderón ha obtenido un gran impulso con su triunfo en la contienda interna del PAN frente a Santiago Creel, pero hay dudas serias acerca de si tiene la personalidad que se requiere para alcanzar el triunfo con un partido como el PAN que se basa más en la mercadotecnia que en las movilizaciones de masas para obtener sus victorias.

Hasta este momento la contienda ha sido más de personalidades, de presencia en los medios, que de temas de fondo. Y no hay certeza, por supuesto, de que los asuntos importantes ocuparán el lugar que merecen en el centro de la campaña. Las propias reglas de la contienda hacen que ésta se convierta necesariamente en una batalla mediática.

Además de las personalidades y las propuestas de los candidatos, dos factores tendrán una influencia fundamental en el proceso. Uno será el desempeño de la economía. La experiencia nos dice que una economía en expansión genera una actitud de optimismo en los electores y los impulsa a votar por el partido que se encuentra en el poder. El otro factor será la imagen que mantenga el presidente Vicente Fox a lo largo de su último año de gobierno, la cual se verá influida también por los escándalos que rodean a su esposa, Marta Sahagún, y a los hijos de ésta.

La economía mexicana tuvo un crecimiento decepcionante, de tan solo 3 por ciento, en el 2005, el cual es significativamente inferior al de 4.4 por ciento del 2004. La mayoría de los economistas afirman que la economía mexicana debería crecer un poco más el próximo año, quizá un tres y medio por ciento, pero esto no será suficiente para infundir un gran optimismo entre los electores. La situación de la primera dama y su familia es, por otra parte, imprevisible. Marta está convencida de que ni ella ni su familia han hecho nada malo y se dice difamada por los medios. Pero esa misma actitud puede profundizar los problemas.

Pase lo que pase en la carrera presidencial, parece casi seguro que ningún partido obtenga una mayoría absoluta en el Congreso de la Unión. Esto significa que, quienquiera que sea el próximo presidente de la república, tendrá que negociar con los líderes de los partidos de oposición y darles algo a cambio de cualquier reforma que pretenda impulsar. Quizá esto no sea tan malo, porque hará que los cambios tengan un mayor apoyo político. Pero no hay duda de que el país corre el riesgo de quedar en la parálisis por otros seis años más.