El candidato demócrata a la vicepresidencia de los EU y después el primer Secretario del Tesoro de la administración de Clinton, Lloyd Bentsen afirmaba: “Durante demasiado tiempo nos hemos enfocado a políticas económicas a corto plazo para estimular el gasto, o la demanda, al tiempo que hemos sido negligentes con la oferta, el empleo, el ahorro, la inversión, y la producción. Consecuentemente, la demanda ha sido sobrestimada y la oferta estrangulada a base de regulaciones, impuestos, inflación y códigos de conducta que nuestros competidores foráneos no respetan.”

“Estoy convencido de que no tenemos que provocar desempleo para combatir la inflación. El objetivo de la siguiente década deberá ser el combatir desempleo e inflación a través de políticas Supply—Side para incentivar la producción. Ese es el único camino para controlar el crecimiento de los precios, promover el empleo, y lograr crecimientos económicos sanos y sostenidos.”

En el centro de la macroeconomía está el concepto de incentivos que exclamaban los nuevos Supply—Siders. Los productores y consumidores responden a incentivos expresados en los precios. Ellos comprarán más a precios bajos, y producirán más a precios altos. Las reuniones en Michele 1 mostraron las verdaderas  implicaciones de la macroeconomía: “Se puede expandir el PIB no estimulando la demanda, sino dando incentivos a la oferta.” El instrumento más efectivo que tienen los gobiernos para cambiar los incentivos de los actores económicos es el sistema impositivo afirmaban. Hay un intercambio macroeconómico entre trabajo y holganza. Una hora extra de trabajo es balanceada contra una hora de holganza; al margen, un impuesto al producto del trabajo cambia los precios en favor de la holganza. Así es que si se reducen los impuestos se incrementará el trabajo productivo adicional, más producción, más demanda agregada y más prosperidad.

La teoría Supply—Side tiene su origen en la famosa ley de Say: “La oferta crea su propia demanda. Los fabricantes pagan a sus trabajadores para manufacturar sus productos, los trabajadores usan sus salarios para adquirir esos productos. Los ahorradores prestan su dinero a los inversionistas que construyen las fábricas, las utilidades que producen las fábricas van a pagar el capital e interés. Precios más altos demandarán más productos, salarios altos demandará mas trabajadores, y altos rendimientos demandará más inversiones. A menos de que el gobierno intervenga, por ejemplo fijando precios, los mercados aclararán los caminos, y todo mundo estará feliz y satisfecho al lograr sus objetivos.”

Al reducir los impuestos hay más incentivos para trabajar y producir, el consumidor con más dinero en su bolsillo demanda más, las empresas con dicha reducción tendrán más dineros en sus tesorerías para contratar más gente, hacer las inversiones requeridas y enfrentar esa nueva demanda, producir más, al haber más producción y más gente trabajando, la base impositiva es más alta, los gobiernos reciben más impuestos aun cuando sus tasas sean más bajas.

En esas reuniones de Michele 1 fue cuando nació la famosa curva de Laffer. Laffer afirmaba; un impuesto de cero obviamente no produce ingreso para el estado, mientras que un impuesto de 100% mataría las actividades económicas produciendo al igual cero ingresos para el estado. Él pensaba, debe haber una curva que conecte ambos extremos, y la curva debe de tener su punto alto en alguna parte de su comportamiento. Abajo de ese punto un impuesto alto producirá mas ingreso para el estado, pero más allá de ese punto un recorte de impuestos, decía, deberá incrementar los ingresos del estado de forma muy considerable. Es decir, llega un momento en el cual el incrementar las tasas impositivas reduce la actividad económica, y como es obvio, los ingresos del estado. Viceversa, en reducir impuestos en un momento dado, aumenta la actividad económica, y aunque las tasas sean menores, aumenta los ingresos del estado.

La primera vez que Laffer expuso su teoría, lo hizo dibujando su famosa curva en una servilleta del restaurante. De ese dibujo nació pues la teoría económica que revolucionaria el comportamiento futuro de los EU especialmente. Las ideas de libre mercado combinadas con Supply–Side de Ronald Reagan, dictarían la pauta a seguir en el manejo económico de la nación más poderosa sobre la tierra en la década de los 80s, preparando de esa forma el increíble desarrollo y prosperidad de los siguientes quince años. Pero la revolución de Reagan quedó inconclusa al no lograr modificar la percepción básica de cómo los burócratas observan al gobierno… un ente expansivo que cada vez invade mas los aposentos de la sociedad.

Las consciencias de todos los que estamos vivos en estos momentos, fueron forjadas en una era de anormalidad absoluta, en un siglo como el que acabamos de despedir, de guerras, revoluciones y totalitarismo que se inició con el asesinato del Archiduque Francis Ferdinand en Sarajevo en 1914. La gran esperanza para los seres humanos en estos momentos fue la posibilidad de que esta era bestial hubiera terminado el 8 de Noviembre de 1989 con la caída del muro de Berlín. Y aunque no haya sido así, de todas maneras es la hora entonces para soñar, es la hora de tener grandes pensamientos y grandes ambiciones. La ola de los destinos de la humanidad se fue deslizándose por la ruta adecuada a partir de los años 80. Debemos de ir con la corriente cuando es la corriente adecuada. El abandonarla significa regresar a las penurias de los años 60 y 70 y desgraciadamente, es lo que se siente en el ambiente.

México se prepara para celebrar el primer centenario de su revolución y el segundo de su independencia. Después de doscientos años de errores y opresiones, exijamos a nuestros nuevos líderes un nuevo gobierno que no sea intruso, que no nos ahogue con impuestos y regulaciones. Pidámosles un nuevo gobierno Supply—Side que promueva prosperidad estimulando la producción y el trabajo. No permitamos que la industria que más crece en nuestro país sea la burocracia y obliguémoslos a regresar el control económico del país a la sociedad civil… ese es el camino.