El aumento en la productividad del trabajo, ¿da como resultado, de manera inmediata, de forma automática, el incremento en el salario?
El aumento al salario debe darse en
función del incremento en la productividad del trabajo, y no a partir de la
inflación esperada, tal y como sucede en México, comenzando por el salario
mínimo, al cual le siguen los salarios contractuales: una vez elegido, en
función de la inflación esperada, el aumento al salario mínimo, el mismo sirve
para determinar, a lo largo del año, el incremento que se otorgará a los
salarios contractuales, incremento que siempre resulta semejante a aquel.
En teoría la afirmación es correcta:
el aumento al salario debe darse en función del incremento en la productividad
del trabajo. Sin embargo, en la práctica, el asunto presenta algunos problemas,
de entre los que destacan dos. Primero: la medición de la productividad, y de
su aumento, del trabajo del asalariado. Segundo: supuesto el aumento en la
productividad del trabajo, el consiguiente incremento en el salario, algo que
no sucede de manera automática. Comienzo por éste último punto.
Demos por hecho el aumento en la
productividad del trabajo, de tal manera que el trabajador es capaz de hacer lo
mismo con menos o, todavía mejor, de hacer más con menos, siendo que cualquiera
de las dos opciones implica una reducción en el costo de producción y, todo lo
demás constante, comenzando por el precio al cual se ofrece la mercancía, más
ganancia, debida al aumento en la productividad del trabajo. Ese aumento en la
productividad del trabajo, ¿da como resultado, de manera inmediata, de forma
automática, el incremento en el salario? No, claro que no. Entre lo primero -
incremento en la productividad del trabajo -, y lo segundo - aumento en el
salario -, media la decisión del patrón para pagarle más a sus trabajadores,
asunto que es, ante todo, una cuestión de tipo ético, es decir, algo que
depende de la libertad del empleador, siendo por lo tanto su responsabilidad,
que en este caso debe actuar a favor de la justicia: si el trabajador aumentó
su productividad es justo que se le pague más.
La medición de la productividad, y
de sus aumentos o disminuciones, es algo que se complica considerablemente,
sobre todo cuando el trabajador coopera con otros trabajadores, y utiliza
maquinaria y equipo, para producir bienes y servicios, tal y como sucede en las
empresas. Medir el aumento en la productividad del trabajo de un trabajador que
solo (por ejemplo: un conferencista), sin la participación de nadie más, ofrece
alguna mercancía (por ejemplo: conferencias), es fácil: basta comparar el
precio al que vendía antes del aumento con aquel al que vende después del
incremento para conocer el dato (lo cual quiere decir que la productividad y
sus aumentos, al final de cuentas, los mide el consumidor, lo cual no quiere
decir que todo aumento en el precio se deba a un incremento en la productividad
del trabajo, pudiéndose deber, por ejemplo, a un incremento en la oferta). La
medición de la productividad, y de sus cambios, se complica cuando quienes
trabajan en la producción de mercancías son más de uno, sobre todo si la misma
involucra desde trabajo operativo hasta trabajo directivo, sin olvidar que el
salario no está determinado únicamente por la productividad del trabajo. En él
también influyen desde la relación entre la oferta por, y la demanda de,
trabajo (algo que, me parece, influye más que la productividad), hasta las
leyes laborales y prácticas sindicales (que pueden influir más que la oferta y
la demanda), todo lo cual complica más el asunto, pero no al grado como para
que el patrón no sepa si puede, o no, pagarle más a sus trabajadores, asunto
que antes que otra cosa es ético. Los patrones, ¿pueden pagar más a sus
trabajadores? Y si pueden hacerlo y no lo hacen, ¿están actuando correctamente?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.