La estabilidad es, en materia económica, el principal logro de la administración foxista, algo que los encargados de las políticas económicas no se cansan de señalar. Sí, falta crecimiento de la producción, el desempleo abierto mantiene la tendencia alcista, y los ingresos de la mayoría de los mexicanos son insuficientes para financiar la satisfacción de necesidades básicas, pero la estabilidad es un logro innegable, sin la cual el crecimiento sería menor, el desempleo mayor y los ingresos más insuficientes.

La estabilidad, en materia de economía, es el principal logro de la administración foxista, afirmación que se ha convertido en lugar común del análisis económico, y que prácticamente nadie rebate ni niega. ¿Pero en qué consiste la mentada estabilidad? ¿En el buen desempeño de la bolsa de valores (precio de las acciones), del tipo de cambio (precio de la divisa estadounidense), o de la tasa de interés (precio del crédito)? Sin duda alguna que las ganancias del mercado bursátil (alza en el precio de las acciones), la revaluación del tipo de cambio (baja en el precio del dólar), y la baja en la tasa de interés (abaratamiento del crédito), forman parte de un entorno económico favorable que bien puede ser calificado de estable. Pero la estabilidad no se limita a ello.

¿Qué debe entenderse, en economía, por estabilidad? Principalmente, estabilidad monetaria o, si se prefiere, estabilidad de precios. Existe estabilidad económica cuando hay estabilidad monetaria, y hay estabilidad monetaria cuando existe estabilidad de precios, es decir, cuando el dinero preserva su poder adquisitivo, condición necesaria del progreso económico. El dinero sano y fuerte es el medio para potenciar, a través del ahorro, la inversión y el comercio, la actividad económica.

La estabilidad económica consiste principalmente en estabilidad monetaria o estabilidad de precios, para lo cual se requiere que la inflación sea tan baja que el comportamiento esperado de los precios no determine las decisiones y elecciones de los agentes económicos, lo cual supone una inflación anual no mayor a los tres puntos porcentuales. En los últimos seis meses la inflación anual fue la siguiente: julio, 4.47 por ciento; agosto, 3.95; septiembre, 3.51; octubre, 3.05; noviembre, 2.91 y diciembre 3.33 puntos porcentuales. Por primera vez desde 1969, año en el que se comenzó a calcular el Índice Nacional de Precios al Consumidor, en noviembre la inflación se ubicó por debajo de los tres puntos porcentuales, y la inflación del 2005, 3.33 por ciento, resultó la más baja desde entonces, lo cual es, sin duda alguna, la más clara manifestación de la estabilidad alcanzada en la economía mexicana, estabilidad que beneficia, sobre todo, a quienes menos tienen, sin olvidar que en este país los que menos tienen son mayoría.

Por ejemplo: entre 2001 y 2005 la inflación acumulada fue 24.72 por ciento; durante el mismo tiempo el aumento nominal en el salario mínimo fue del 28.81 por ciento, de tal manera que el aumento real, en términos de poder adquisitivo, fue de 4.04 puntos porcentuales, poco, sí, pero que puede ser el inicio del proceso de recuperación del poder adquisitivo del salario. ¿Qué se requiere para que ese proceso llegue a buen término? En primer lugar de la estabilidad, que en materia económica es, ante todo, estabilidad monetaria, siempre a favor de quienes menos tienen.

La inflación no es, como lo repite la mayoría de los economistas, el más injusto de los impuestos. No: la inflación es un robo, el del poder adquisitivo de consumidores y ahorradores, robo que en México llegó, después de tres décadas y media, a su fin. ¡En hora buena!