Ante la discusión en torno a la posible legalización de la mariguana en México, nos enteramos que la Administración Federal Antidrogas, la DEA, consideró que la medida sería “estrategia fracasada”, ya que sería la ocasión de más adicción y más crimen organizado.

Yo no sé si, en la práctica, la legalización y reglamentación del consumo de drogas traería como consecuencia más adicción y más crimen organizado. Pero lo que sí sé es que, analizando los hechos, y pese a todo lo hecho por el gobierno para evitarlo, la adicción y el crimen organizado han avanzado, llegando este último a incrustarse en las estructuras del poder gubernamental. Además sé que, desde el punto de vista teórico, existe suficiente evidencia intelectual para afirmar que la legalización y reglamentación del consumo de drogas no terminaría con la drogadicción, pero sí con el narcotráfico, cuyo origen es la prohibición. Por último, y desde la perspectiva de los principios, me queda claro que la prohibición es una violación a la libertad para consumir, libertad que el Estado, sus leyes y sus gobiernos deben reconocer y garantizar. ¿Aunque la persona la use para dañarse? Sí, aunque así la use.

Si usted fuera funcionario de la DEA, y por lo tanto su trabajo, su ingreso, su consumo y su ahorro dependieran de que la DEA siguiera operando, operación que a su vez dependería de que se mantuviera la prohibición, ¿estaría usted a favor de la legalización y reglamentación del consumo de drogas? ¿Estaría usted a favor de la desaparición de su trabajo? ¿Qué es lo que realmente incentiva a los funcionarios de la DEA a oponerse a la legalización del consumo de mariguana, consumo que es dañino para la salud, pero que no es, por su propia naturaleza, una actividad delictiva, razón por la cual no debe prohibirse?

Obama dijo que la lucha de Calderón contra el narcotráfico ha sido heroica, opinión que no comparto. La lucha del gobierno mexicano contra el narcotráfico está marcada por un pecado original, y no de los adictos, tampoco de quienes, antes de la prohibición, comerciaban con drogas, sino del gobierno, mismo que, de manera arbitraria, violando la libertad para consumir, definió como delito una actividad que, por su propia naturaleza, no lo es, desatando así todos los demonios, no de la drogadicción, que ya estaban desatados, y a quienes el gobierno no ha podido atar, pero sí del narcotráfico, con su corolario más grave: la incrustación de los narcos en las estructuras del poder gubernamental. Toda esta lucha contra el vicio (ojo: los vicios no son crímenes, tal y como lo señaló, en el siglo XIX, Lysander Spooner), no tiene nada de heroica y sí mucho de idiota, y peor vamos a estar si el gobierno mexicano sigue por ese camino, haciéndole el juego al gobierno estadounidense, quien, sin duda, le hace el juego a los narcos.