Durante los procesos electorales, los políticos
nos prometen arreglarlo todo, pero una vez en el poder se suelen dedicar a
otras cosas. El presidente Obama acaba de cumplir 100
días en el poder y la realidad es que tiene mucho por enderezar.
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En Estados Unidos, las
personas pagamos más en impuestos que en comprar alimentos.
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Hay más gente en cárceles
de Estados Unidos que en ningún otro país del mundo y más de la mitad de ellos
están presos por consumir drogas, no por hacerle daño o robar a nadie. Se
estaban haciendo daño a sí mismos, por lo que en lugar de prisión necesitan
ayuda.
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El economista Ludwig von Mises nos enseñó hace
medio siglo que hay una relación directa entre el bienestar de la gente pobre
de un país y los ingresos de la minoría rica. La razón es sencilla: cuando a
los ricos los despojan de gran parte de sus ingresos con el impuesto sobre la
renta, pierden interés en hacer nuevas inversiones y los más perjudicados son
los pobres, cuyos salarios siguen siendo bajos porque entonces tienen menos
oportunidades de conseguir empleos bien remunerados.
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La manera de lograr que
aumenten los salarios reales (descontando la inflación) es que se incremente la
inversión, lo cual es posible solamente cuando la gente puede ahorrar; es
decir, cuando la gente no se ve obligada a dedicar prácticamente todos sus
ingresos a cubrir gastos y a pagar impuestos. Los empleos gubernamentales no
cuentan porque lejos de producir riqueza lo que hacen es imponerle un costo al
resto de la población.
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Excesivas regulaciones no
suelen hacerle daño a las grandes empresas, sino todo lo contrario, tienden a
impedir que surjan competidores con mejores ideas, productos y servicios superiores
y más baratos.
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Los políticos a menudo hablan
sobre lo mucho que les preocupa la salud del pueblo. Pero investigaciones
confiables indican que sin los extraordinariamente largos y costosos procedimientos
en la aprobación oficial de nuevas medicinas, ellas estarían disponibles 10 o
15 años antes y costarían alrededor de 15% del precio actual.
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Entre las peores cosas que
puede hacer el gobierno es tratar de controlar y manipular los precios. Cuando
la oferta de cualquier producto o servicio es menor que la demanda, su precio
tiende a subir, lo cual hace más atractivas las inversiones en producir ese
bien y los comerciantes buscan nuevos suplidores para complacer la demanda de
sus clientes. El control de precios reduce la oferta actual y futura porque
tanto el comerciante como el fabricante pierde interés, a la vez que se promueve
la aparición de mercados negros. Entonces los burócratas (quienes prefieren que
los llamemos “servidores públicos”) emiten acusaciones sobre explotación,
abusos y precios excesivos que jamás hubieran ocurrido en un mercado verdaderamente
libre. Pero esa es la manera como justifican sus cargos y los salarios que les
pagamos todos los demás.
La mejor de todas las noticias es que la gente
está cada día mejor informada de lo que realmente sucede a su alrededor,
mientras que a los políticos se les dificulta cada vez más influenciar y tratar
de controlar el flujo de información.
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