Una de las propuestas más repetidas por la propaganda del PRD es la de comprar lo hecho en México, porque “así sí gana la gente”, propuesta que le hace el caldo gordo a los empresarios mercantilistas mexicanos, que quieren que el gobierno los mantenga al margen de la competencia que traen consigo las importancias, no porque así sí gana la gente, sino porque, así sí, ellos pueden cobrar un precio mayor del que cobrarían si estuvieran sujetos a la disciplina de la competencia, siempre en contra de los intereses de los consumidores, sobre todo de aquellos de escasos recursos, a quienes lo que les conviene es el menor precio y la mayor calidad posibles, binomio que se logra a partir de la mayor competencia posible, en todos los mercados, para lo cual el gobierno debe permitir la entrada, irrestricta, de cualquier mercancía extranjera que el consumidor mexicano esté dispuesto a comprar, algo que los perredistas ven con recelo.

Me queda claro que los perredistas no pretenden limitar o eliminar las importaciones, sino convencer al consumidor mexicano de comprar, únicamente, lo hecho en México, porque “así sí gana la gente”, lo cual, ¡obviamente!, no es cierto. Supongamos, uno, dos mercancías, X y Z, las dos capaces de satisfacer la misma necesidad, razón por la cual compiten. Supongamos, dos, que el precio de X es $10 y el de Z $12, y que la calidad, en escala de 0 (pésima) a 10 (excelente), de X es 9 y de Z es 7. Para terminar, supongamos que X es importada y Z hecha en México. ¿Con el consumo de qué mercancía, la importada, X, o la hecha en México, Z, sí gana la gente? Con el consumo de X.

Supongamos que, por obra y gracia de un nacionalismo económico mal entendido y peor practicado, por el cual la gente cree que lo importante es consumir, independientemente del precio y calidad, lo hecho en México, compran Z en lugar de X. ¿Quiénes ganan? ¿Los consumidores? No, claro que no. Entonces, ¿quienes? Los productores mexicanos, menos competitivos que los extranjeros. Consumiendo, a un precio mayor y con menor calidad, lo hecho en México, ¿realmente gana la gente? La respuesta depende de quién es la gente a la que se refiere la frase.

Pregunta a Jesús Ortega, principal promotor de la campaña a favor de lo hecho en México. Si usted, señor Ortega, tiene la posibilidad de comprar una mercancía, importada, a menor precio y mayor calidad que su contraparte hecha en México, convencido (suponiendo que alguien pueda convencerse de tal tontería), de que así sí gana la gente, ¡aunque usted pierda!, ¿compra lo hecho en México? Honestamente, aquí entre nos, ¿lo hace?

Si su respuesta es que, pese al menor precio y a la mayor calidad de lo importado, usted compra lo hecho en México, entonces usted no debe, ¡por ningún motivo!, administrar recursos públicos, extraídos coactivamente del bolsillo de los contribuyentes, porque seguramente los gastará mal, algo a lo que los contribuyentes debemos oponernos.