Estos son sólo algunos de los cambios que realmente son urgentes y la pregunta es si los futuros legisladores estarán dispuestos a hacerlos.
Aunque
posiblemente la caída que experimentó el PIB durante el segundo trimestre haya
marcado la parte más profunda de la recesión, con una contracción esperada para
todo el año cercana al 8%, es claro que la recuperación
de los niveles de actividad económica será muy lenta. De mantenerse la
estructura ineficiente que caracteriza a la economía mexicana, con los
incentivos alineados con la búsqueda y apropiación de rentas y desalineados con
el objetivo de generación de riqueza, estructura que por sí misma que no
permite crecer sostenidamente por arriba de una tasa anual de entre 3 y 4%, el
nivel del PIB que se tenía previo al inicio de la crisis no se alcanzaría sino
hasta finales del 2011 o principios del 2012.
Esta perspectiva,
por sí sola, es dramática y se convierte en un llamado urgente para hacer las
modificaciones requeridas en el marco institucional, particularmente de las
leyes y los reglamentos bajo las cuales los agentes económicos, individuos y
empresas, toman las decisiones de cómo asignar sus recursos así como la
operación de los mercados en los cuales se llevan a cabo las diferentes
transacciones.
En primer
lugar y por la premura es necesario actuar en materia fiscal. México no puede
darse el lujo de perder el grado de inversión ya que ello haría, si no
prácticamente imposible el financiamiento de un déficit fiscal, sí hacerlo a un
mayor costo. Se requiere de una profunda y definitiva reforma tributaria que no
solamente fortalezca los ingresos tributarios del gobierno federal y reduzca la
dependencia petrolera, sino que además alinee los incentivos que se derivan del
sistema tributario con el objetivo de generar riqueza a través de la promoción
del trabajo, el ahorro y la inversión. También en materia fiscal es indispensable
eliminar del presupuesto todos aquellos programas de gasto que no son
socialmente rentables y que por lo mismo implican una destrucción de riqueza
nacional.
En segundo
lugar es indispensable cambiar de fondo la legislación laboral ya que la que
tenemos no es compatible con una economía que está integrada a los mercados
internacionales. Las modificaciones deben ir en el sentido de abaratar los
costos de contratación abatiendo los costos de despido además de eliminar todas
aquellas disposiciones que contienen un sesgo en contra del empleo de mano de
obra y en contra del cambio tecnológico. También en materia laboral y
relacionado con la seguridad social, es indispensable transitar hacia un
sistema de seguridad universal financiado con la recaudación general de
impuestos y eliminar el actual sistema basado en los tres pilares IMSS – ISSSTE
– seguro popular ya que este genera un incentivo perverso sobre el empleo
legal.
Tercero, es
urgente eliminar de la economía las prácticas monopólicas
en diversas áreas, destacando telecomunicaciones, energía, prácticas notariales
y transporte de personas y mercancías mediante la eliminación de todas aquellas
barreras legales y regulatorias que impiden la
entrada de nuevos participantes a estos mercados. Asimismo, es necesario
modificar
Estos son sólo
algunos de los cambios que realmente son urgentes y la pregunta es si los
futuros legisladores estarán dispuestos a hacerlos.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.