El dueño de Televisión Azteca rechazó que le hayan dado al candidato Andrés M. López precios de ganga para la transmisión de su programa diario, de lunes a viernes, de 6 a 6:30 de la mañana en el canal 13 de la televisión nacional. Lo que pasa, explicó, “es que la gente no sabe contar”.

Hace muchos años el fallecido “tigre” Emilio Azcárraga, dueño de Televisa, inmortalizó la frase “hacemos televisión para los jodidos” como resumen perfecto de la filosofía de esa empresa. En Televisión Azeca han ido un poco más allá y han perfeccionado la fórmula: “La gente no sabe contar”.

En cualquier negocio, pero especialmente en el negocio de los medios de comunicación, no es una buena idea menospreciar al cliente; “la gente” es, al menos en teoría, el cliente de los medios de comunicación. Y al cliente no le gusta que le digan que es un “jodido” o que “no sabe contar”.

Más mala idea es insultar al cliente cuando es el cliente, “la gente”, quien tiene la razón, como en este caso.

El alegato de la televisora se sustenta en que el horario en el que se transmite el programa de propaganda aludido es un horario de “infomerciales” –cápsulas de venta de productos o servicios peculiares, algunos de ellos de supuestas propiedades milagrosas, que se venden por lo general haciendo una orden de compra telefónica con cargo a la tarjeta de crédito del consumidor- y no es el horario “normal”, cuyas tarifas son mucho más elevadas.

El alegato descompone más las cosas: 1. Insulta a los televidentes, que se encuentran comprendidos en ese genérico “la gente”, 2. Le da al programa de propaganda de López la misma categoría que a la publicidad de dichos productos “milagrosos”, de dudosa eficacia y calidad, y por lo tanto invita a que el siguiente paso sea exigir a las autoridades de protección al consumidor y hasta a las de salubridad publica que verifiquen la autenticidad de las ofertas que ahí se hacen –que no sean un engaño al consumidor– y que se cerciore de que los productos o servicios ofrecidos cumplan con requisitos mínimos de confiabilidad y calidad. Así, la Profeco y la Secretaría de Salud tendrían que advertir a los consumidores (tal vez con una leyenda permanente al pie de la pantalla) algo así como: “Las promesas y dichos de este programa son cuestionables y se ha comprobado que distan de tener los resultados ofrecidos por los patocinadores” o, mejor todavía: “Las promesas vanas de los políticos causan miseria”.

Pero, además, y este es el tercer punto, el alegato es una burda mentira. ¿Desde cuando el horario de las 6 a las 6:30 horas es horario de “infomerciales” en la red nacional de Canal 13? Pues, desde el día que empezó el programa de López. Todavía el día anterior ese horario era de tarifas comerciales normales y en él se transmitía el noticiario “Hechos A.M.”, con el que la televisora competía frente a los noticiarios matutinos de Televisa en canal 2 y en canal 4. Y hasta donde la memoria alcanza, ese horario matutino en canal 13 ha sido de tarifa comercial normal cuando menos desde 1996 (hace diez años) cuando se transmitía “Hola México” –noticiario y revista– que fue al poco tiempo sustituido por el noticiario “Hechos A.M.”. Yo sí sé contar y no me gusta que me vean la cara de idiota. Sé contar y sé la diferencia entre 40 y uno, que esa es la diferencia entre la tarifa que normalmente se aplicaba en ese horario y la que le están cobrando a López.

Más inteligente, saludable y respetuoso con el público habría sido que la televisora respondiera a las críticas en este tenor: 1. Es una empresa libre para tener las preferencias y acuerdos políticos que le dé la gana, 2. Es una empresa libre para regalar su tiempo a las causas que se le antoje, al fin y al cabo quien se fastidiará eventualmente con esa política es la propia empresa –sus accionistas y empleados-, así como sus clientes y 3. La legislación electoral fija techos o topes hacia arriba al gasto de los partidos, pero no fija pisos mínimos o tarifas mínimas obligatorias. Luego, lo que hacen es perfectamente legal. Le están apostando a López ¿y qué?

Pues nada, que les aproveche. Que sigan el juego, tan socorrido en estos tiempos por los políticos parlanchines (como su cliente López), de “ustedes (la gente), los idiotas; nosotros (los políticos y los socios de los políticos), los abusados”.

Nos vemos en el “rating” y en las urnas.