Es conocida y encomiada la filosofía del gran sabio Nefastotl, orgullosamente nacido en México y reputado inspirador de la ciencia política que se debe conocer para tener éxito mediático y popular, manteniendo una impecable congruencia de pensamiento con cualquier objetivo que se busque.

Nefastotl –divulgado por sus traductores como Nefastóteles– nació en una serranía marginal y apartada, lejos de toda influencia extranjerizante y antipatriótica. Su origen le permitió aprender y absorber del pueblo bueno su ancestral sabiduría. Con orgullo recordaba que así aprendió a pensar.

La mente de Nefastóteles es idónea para tener posiciones típicamente mexicanas en economía, política, e ideología. Sus discípulos en algún tiempo se llamaron peripatéticos (los que caminan con su maestro), pero como los albureaban con eso de patéticos prefirieron llamarse “marchistas” o “megamarchistas”, cosa que practican con cotidiana devoción.

Nefastóteles hizo obras inspiradoras de generaciones como la Ética a Macaco o Ética Macaquea, que inspira la praxis política; y la inmortal Lógica Nológica donde inventa la novedosa figura filosófica del nologismo, variable nacionalista del silogismo. Es un impecable método para enseñar a razonar y justificarse a periodistas, intelectuales, políticos y líderes sindicales, para que piensen lógicamente y alcancen la Verdad, con un sencillo sistema de diez nologismos de universal validez:

1.        El fundamento de la lógica nefastotélica proviene del Primer Mandamiento de la Ética a Macaco: “El respeto ajeno a mi derecho, es la paz”. Y como el derecho propio es absoluto, el derecho ajeno no tiene importancia (tampoco la paz).

2.        Conforme a ese principio absoluto, y siguiendo la ciencia del geómetra Uclidotzin, toda lógica nace de un posicionamiento: ¿De qué lado estoy?

3.        Los dos postulados se sintetizan en uno: “el único lado correcto es donde yo estoy”. Quienes no estén de este lado (y quienes tontamente piensen que esto se parece a la doctrina extranjera del maniqueísmo) están lógicamente en una posición incorrecta.

4.        La manera más corta y gráfica para definir el lado correcto (donde estoy) es con una hermosa figura: “donde está el corazón” (dato establecido por las sesudas investigaciones anatómicas del gran médico Hipocráhuac). A la izquierda.

5.        Quien no esté de nuestro lado será identificado como adversario (sinónimos a discreción: retardatario, enemigo, neoliberal, privatizador, derechista, hipócrita, extranjero, reaccionario, antipatriota, vendepatrias, oligarca, espurio, pelele, etcétera).

6.        La base de toda idea, y los postulados que demuestren intenciones, actos y consecuencias, se definirán siempre mirando desde el lado del corazón (el nuestro), y así se sabrá con toda objetividad quién sí sabe pensar lógicamente.

7.        Con lo anterior se descalifica la extranjerizante, fallida e ilógica “ley de la causa y el efecto”. Sólo importan los propósitos (porque sólo los nuestros son nobles); los resultados no tienen importancia porque siempre se pueden explicar según nuestros principios lógicos, y en todo caso, los errores son culpa de nuestros adversarios.

8.        Una vez descartada la noción espuria de la causa y el efecto y sus nocivas derivaciones (como la productividad o el eficientismo), todo postulado será lógico y verdadero si está expresado del lado correcto de la verdad, la historia, el progreso, la soberanía nacional, las mejores causas populares y sus justas demandas. Por eso, jamás son criticables las pérdidas económicas si benefician a un organismo social o público.

9.        Siempre la institución perfecta –el Estado– y sus derivaciones como los sindicatos y organismos colectivos del sector social, serán legítimos, a diferencia de toda institución privada, y desde luego, de todo individuo particular.

10.    Lo privado no es público y lo público no es privado. Si nuestro partido está en el poder, el gobierno será legítimo. Si no, la única posición legítima será la oposición a un gobierno derechizante contrario a los intereses nacionales y la soberanía.

Los anteriores nologismos nefastotélicos demuestran su validez al explicar impecablemente toda noticia. Ejemplo: si la Mexican Light & Power Co. (nacionalizada en 1960) no requería un peso de subsidio, y el subsidio a Luz y Fuerza del Centro era como de a millón de pesos anuales por empleado, será lógico afirmar que por ser propiedad del pueblo, LyF era infinitamente mejor. Y su sindicato debe existir siempre y jamás renunciar a conquista alguna (que cínicamente nuestros adversarios llaman “privilegios”).

De idéntica manera se deduce lógicamente que pasar el servicio del organismo paraestatal LyF al organismo paraestatal Comisión Federal de Electricidad, es un afán privatizador neoliberal que ataca la soberanía nacional.

Nefastóteles nos brinda un invaluable instrumento para resolver del mejor modo posible como falla lógica todo acto o suceso ajeno a nuestra causa. Para actuar con toda responsabilidad son indispensables dos acciones: identificar quién es el adversario culpable de cualquier error, y dar muchas explicaciones de por qué ocurrió.

Es clarísimo. Culpabilizar y explicar con lógica es lo más práctico, patriótico y digno para sostener con firmeza nuestra dignidad, nuestros principios y nuestra soberanía.