He venido preguntándome, en los dos últimos Pesos y Contrapesos, hasta qué punto es correcto hablar, a la hora de revisar los resultados en materia de economía, del gobierno de Felipe Calderón, sobre todo si por ello entendemos que dichos resultados dependen, como el efecto lo hace de la causa, de lo que el gobierno de Calderón hace o deja de hacer, sin olvidar que por tal gobierno hay que entender el Ejecutivo Federal, que es, solamente, uno de los tres poderes.

Hablar de los resultados económicos del gobierno de Calderón, sobre todo si por gobierno de Calderón se entiende algo más que un determinado periodo de tiempo, que hasta el momento abarca el transcurrido entre diciembre de 2006 y noviembre de 2009, más los día ya cumplidos de diciembre, parte del supuesto de que los resultados en materia de economía, comenzando por el más importante de todos, el crecimiento de la producción de bienes y servicios, y por lo tanto el incremento en la generación de ingreso, dependen de las políticas económicas del Gobierno Federal, mismas que se consideran eficaces, lo cual es mucho suponer, y a las pruebas me remito.

Desde que se inició la recesión el gobierno de Calderón ha puesto en marcha tres programas con el fin de combatirla - el Programa de apoyo a la economía (3/03/08), el Programa para impulsar el crecimiento y el empleo (8/10/08), y el Acuerdo nacional a favor de la economía familiar y el empleo (7/1/09) -, y los resultados están a la vista: cuatro trimestres consecutivos, del cuarto de 2008 al tercero de 2009, con contracción de la producción, 1.6, 7.9, 10.1 y 6.2 respectivamente, todo ello medido en términos anuales. Sin esos programas, ¿los resultados hubieran sido peores? No lo sabemos, pero lo que sí podemos asegurar es que los resultados dejan mucho que desear, al grado de que para 2009 se proyecta una caída en la producción de 7.0 por ciento, mayor que los 6.2 puntos porcentuales que se registraron, efecto del tristemente célebre error de diciembre de 1994, en 1995, el año del efecto tequila.

Si aceptamos que los buenos resultados en materia económica dependen más, ¡mucho más!, del marco institucional de la economía (que no es otra cosa más que las reglas del juego), que de las políticas económicas (que no son otra cosa más que el intento del gobierno por modificar los resultados obtenidos en los mercados por la libre interacción entre los agentes económicos), entonces, y dado que dicho marco institucional depende en última instancia de los legisladores, lo correcto sería hablar del gobierno del Poder Legislativo, y no del gobierno del Poder Ejecutivo.

Más allá de las consecuencias de la recesión estadounidense sobre la economía mexicana, los malos resultados en materia de producción de mercancías y generación de ingreso, que datan de 1982, ¿son consecuencia de malas políticas económicas, responsabilidad del Ejecutivo, o lo son de reglas del juego injustas e ineficaces, responsabilidad del Legislativo? Consecuencia son, sobre todo, de las segundas.