No hay que confundir el alza en el precio de las gasolinas con un repunte en la inflación. Son cosas distintas, y suponer que lo primero es causa de lo segundo es no saber qué es la inflación, qué la causa, y cómo se evita.

La inflación se define como un alza en el índice de precios al consumidor, o como un alza general de precios, lo cual solamente es posible si la demanda por todos los bienes y servicios que se ofrecen, producidos en el país o importados, crece más de lo que lo hace dicha oferta, lo cual únicamente es posible si la cantidad de dinero que se intercambia en la economía, misma que se usa para demandar mercancías, aumenta más de lo que se incrementa la producción e importación de bienes y servicios.

Lo anterior quiere decir que la inflación, bien definida, es siempre un fenómeno monetario, consecuencia inevitable del excesivo crecimiento de la cantidad de dinero que se intercambia en la economía, y no el resultado del aumento en los precios de algunos bienes o servicios, como pueden ser los de las gasolinas. ¿Conclusión? No confundamos el alza en los precios de las gasolinas con un repunte en la inflación, dado que la primera no es la causa del segundo.

Supongamos, uno, que aumenta el precio de la mitad de las mercancías ofrecidas; dos, que la cantidad de dinero que se intercambia se mantiene constante; tres, que los consumidores siguen comprando las mercancías, cuyos precios aumentaron, en las mismas cantidades, destinando para tal fin una mayor cantidad de dinero. ¿Qué pasará con los precios de la otra mitad de los bienes y servicios? Bajarán. ¿Por qué? Porque, al no haber aumentado la cantidad de dinero, no habrá dinero suficiente para comprar la mitad de las mercancías a un precio mayor y la otra mitad a los precios de siempre.

En tales condiciones, ¿qué pasará con el índice de precios, considerado, para efectos de este análisis, como el precio promedio de todos los bienes y servicios? Se mantendrá constante. ¿Por qué? Porque el aumento en el precio de la mitad de las mercancías se compensará con la baja en el precio de la otra mitad, y el precio promedio, y con él el poder adquisitivo, permanecerán constantes.

De lo dicho en los párrafos anteriores se concluye, uno, que el alza en el precio de las gasolinas no es, en sí mismo considerado, causa de repunte en la inflación y, dos, que de darse, tal y como se espera, un repunte inflacionario éste año, el mismo será responsabilidad de las autoridades monetarias, quienes, en esta nueva etapa, la de Agustín Carstens en la gubernatura del Banco de México, enfrentarán su primera prueba de fuego. ¿Tendrán las ideas lo suficientemente claras, y la voluntad lo suficientemente bien puesta, para, con los hechos por delante, desmentir las proyecciones de un repunte inflacionario? Más nos vale.

La inflación el año pasado fue 3.57 por ciento, la proyección[1] para 2010 es 5.04.