El año pasado la economía mexicana decreció, con relación al año antepasado, 6.5 por ciento, lo cual quiere decir que la producción de bienes y servicios, y con ella la generación de ingreso, resultó en 2009 6.5 por ciento menor que en 2008, contracción mayor a la que se registró, consecuencia del tristemente célebre error de diciembre de 1994, en 1995, año en el cual la caída en la producción y el ingreso fue del 6.2 por ciento.

Así las cosas, durante los tres primeros años del sexenio calderonista, el crecimiento de la producción y el ingreso fue el siguiente: 2007, 3.3 por ciento; 2008, 1.5 por ciento; 2009, menos 6.5 por ciento, lo cual da como resultado un crecimiento promedio anual, de 2007 a 2009, de menos 0.6 por ciento, el peor de los últimos seis sexenios. Echeverría, 6.6; López Portillo, 7.4; De la Madrid, 0.7; Salinas de Gortari, 3.8; Zedillo, 1.9; Fox, 0.7 por ciento.

Es cierto, la causa de la recesión del 2009 fue la recesión de la economía estadounidense, con la cual la economía mexicana tiene una importante interdependencia (que, dicho sea de paso, ha resultado mucho más benéfica que perjudicial), que explica que las consecuencias de la misma hayan sido, en la economía mexicana, más graves de lo que fueron en otras economías, cuyas producciones e ingresos cayeron menos (1): Estados Unidos, menos 2.4; Canadá, menos 2.7; Unión Europea, menos 4.0; países de la OCDE, menos 3.4.

Pero también es cierto que en México no se ha hecho todo lo que se debe hacer para apuntalar a la economía, para multiplicar y fortalecer sus cimientos, para hacerla más segura y confiable, sobre todo, para los inversionistas y sus inversiones, que son la clave del progreso económico, lo cual no solamente es responsabilidad del gobierno de Calderón, siéndola también de los gobiernos de Fox y de Zedillo, que no fueron capaces de continuar con las reformas estructurales que se iniciaron en el sexenio de Salinas de Gortari, desde la autonomía del Banco de México hasta el TLC con Estados Unidos y Canadá.

También es cierto que la responsabilidad por las reformas no es solamente del gobierno de Calderón, si por tal entendemos el Poder Ejecutivo, y no lo es porque dichas reformas suponen cambios en las leyes, mismos que deberían comenzar por el capítulo económico de la Constitución (que desde el punto de vista de la ciencia económica está lleno de errores), cambios que son responsabilidad del Poder Legislativo, que una y otra vez ha mostrado no estar a la altura de las circunstancias., y que probablemente no llegará a estarlo, ya por ignorancia, ya por prejuicios ideológicos, ya por intereses creados, que han sido los tres grandes obstáculos de las reformas.

Por último recordar que de 1982, año en el que se perdió el crecimiento elevado y sostenido, a 2009, año en el cual no se había recuperado, el crecimiento promedio anual de la producción y el ingreso fue del 1.9 por ciento. ¡Qué mediocridad!