Para mí la política es, por naturaleza, diálogo y acuerdo. No me inquieta que los representantes de los partidos se reúnan y conversen. No me preocupa que lleguen a convenios. Me preocuparía que no lo hicieran.
“Estoy convencido de que tenemos que
redignificar la política” dijo este pasado jueves, 11 de marzo, el presidente
de la república Felipe Calderón. Y con razón. Los ataques personales, las
descalificaciones y los insultos que se intercambiaron los diputados en su
sesión del pasado 10 de marzo no dejaron ningún beneficio a nadie. Para la
enorme mayoría de los mexicanos, que no comprenden los detalles del famoso
pacto entre el PAN y el PRI del 30 de octubre de 2009, el cual generó este
debate, lo único que han entendido, una vez más, es que los políticos son
corruptos y hacen acuerdos en lo oscurito.
En los últimos días los políticos
que participaron en este acuerdo han estado defendiendo su actuación. César
Nava, el presidente del PAN, quien evidentemente nunca tuvo intenciones de
cumplir con el convenio del 30 de octubre, se disculpó este 11 de marzo
ante los senadores de su propio partido por haber firmado el documento. Ya
Beatriz Paredes, la presidenta del PRI, había leído el texto completo del
convenio desde la tribuna de la Cámara de Diputados para enfatizar que no había
nada de qué avergonzarse y para recalcar que nunca se había acordado en el
acuerdo un alza de impuestos.
La verdad es que es poco probable
que el convenio se haya hecho para apoyar el alza de impuestos propuesta por el
presidente Calderón. El documento, que no señala nada que tenga que ver con
impuestos, fue firmado el 30 de octubre de 2009, días después de la aprobación
en la Cámara de Diputados el 21 de octubre de la Ley de Ingresos, que ya había
eliminado el impuesto de 2 por ciento contra la pobreza propuesto por el
ejecutivo. Esa Ley de Ingresos fue aprobada en el Senado el mismo día en que se
firmó el acuerdo, aunque tanto los senadores del PRI como los del PAN han
señalado que nunca se les informó de él.
Debo decir que, después de leerlo,
yo tampoco encuentro nada de objetable en el convenio impulsado por el
secretario de gobernación, Fernando Gómez Mont, y que fue firmado por Beatriz
Paredes y César Nava. Como lo ha señalado el propio Gómez Mont, lo que el
convenio pretendía no era otra cosa que lograr la gobernabilidad necesaria para
impulsar las reformas de fondo que el país necesita en materia fiscal, energético y político, entre otros. Gómez Mont renunció al
Partido Acción Nacional por lo que consideró como la falta de cumplimiento de
Nava a la palabra empeñada.
Para mí la política es, por
naturaleza, diálogo y acuerdo. No me inquieta que los representantes de los
partidos se reúnan y conversen. No me preocupa que lleguen a convenios. Me
preocuparía que no lo hicieran. Es mucho más lamentable ver el espectáculo de
diputados que se insultan unos a otros, como ocurrió este pasado 10 de marzo,
que verlos llegar a acuerdos para promover iniciativas para sacar adelante al
país.
Coincido plenamente con el
presidente Calderón: es indispensable redignificar la política. Para que eso
ocurra, sin embargo, debemos entender que no es vergonzoso llegar a acuerdos
entre partidos. Todo lo contrario, son estos acuerdos los que constituyen la
razón de ser de la política.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.