Siempre que pongo como ejemplo de lo que el gobierno no debe hacer a Conaculta y a Conade, criticando que el gobierno, ¡con parte del producto del trabajo de los contribuyentes!, promueva la cultura y las artes, e impulse el deporte...
Siempre que pongo como ejemplo de lo que el gobierno
no debe hacer a Conaculta y a Conade, criticando que el gobierno, ¡con parte
del producto del trabajo de los contribuyentes!, promueva la cultura y las
artes, e impulse el deporte, no faltan lectores que me critican, apuntando que,
seguramente, a mí la cultura, las artes y el deporte me tienen sin cuidado,
razón por la cual me opongo a que el gobierno las promueva y lo impulse. De
ninguna manera, no me opongo a la cultura, a las artes o al deporte, ¡al
contrario!, reconozco la importancia que cultura, arte y deporte tienen en la
formación del ser humano. Entonces, ¿a qué me opongo? A que el gobierno me
obligue, por obra y gracia del cobro de impuestos, a entregarle parte del
producto de mi trabajo para que, a su vez, los use para subsidiar, por decir, a
cineastas y taekwondoines, siguiendo el ejemplo que
puse en el último Pesos y Contrapesos,
y que dio origen, ¡no falla!, a la crítica de un par de lectores, tal vez
beneficiarios de esos subsidios y, por ello, clientela presupuestaria o de
Conaculta o de Conade.
Quienes me conocen saben que soy cinéfilo de hueso
colorado y que, como tal, estoy dispuesto a financiar la producción de
películas, nacionales o extranjeras, pagando mi boleto en taquilla, tal y como
lo hago con frecuencia. A lo que me opongo, insisto, es a que el gobierno me
quite dinero para dárselo a los cineastas, lo cual, bien vistas las cosas, no
es otra cosa más que un robo con todas las de la ley, como lo es cualquier
redistribución llevada a cabo por los gobernantes. ¡Viva el cine! ¡Muera el
subsidio a los cineastas!
Quienes me conocen también saben que sumo ya
diecisiete años practicando Tae Kwon
Do, más de tres lustros de dicha práctica que muestran mi interés por el arte
marcial coreano, mismo que, entre otras muchas cosas, me ha permitido una
maravillosa convivencia con mis hijos, que también son taekwondoines.
Ahora bien, una cosa es mi interés por el Tae Kwon Do, y otra muy distinta que defienda el subsidio a la
práctica competitiva del mismo, subsidio que es posible si y solamente si el
gobierno les quita dinero a unos, los contribuyentes, para dárselo a otros, los
taekwondoines de alto rendimiento. ¡Que viva el Tae Kwon Do! ¡Que muera el
subsidio a taekwondoines!
(Dicho sea de paso, las artes marciales no debieron
convertirse en deportes de competencia, conversión que ha trastocado la esencia
de las mismas)
Que quede claro: no me opongo a la cultura, a las
artes, al deporte. Al contrario, son dimensiones de la vida humana
indispensables en la formación de la persona. A lo que me opongo es a que el
gobierno, vía el cobro de impuestos, me quite dinero para dárselo a cineastas y
taekwondoines, y demás clientelas presupuestarias,
¡que son legión!, quite que no es más que un robo con todas las de la ley.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.