Los altos funcionarios del gobierno de Felipe Calderón deben estar agradecidos a la atención de los medios al caso de la pequeña Paulette. Esta niña de cuatro años de edad, con problemas motores y de expresión, desapareció aparentemente de su hogar en Interlomas el 22 de marzo sólo para que se le encontrara en la base de su propia cama el 31 de enero, tras haber sido objeto de una búsqueda intensa por la familia y las autoridades del estado de México.

El caso de Paulette se convirtió pronto en un gran imán de atracción para los medios de comunicación. Súbitamente ya nadie se acordaba de las ejecuciones, de las alianzas entre el PAN y el PRD, de las reformas legislativas de fondo o de los problemas económicos del país.

El problema es que esos problemas no han desaparecido súbitamente. El número de ejecuciones no ha dejado de aumentar. El PAN y el PRD han seguido forjando alianzas en distintos estados en un esfuerzo por evitar los triunfos que se esperan del PRI en muchos estados del país. En el Congreso siguen empantanadas una serie de reformas que podrían ser importantes para construir un país más próspero. Los indicadores económicos del país empiezan a repuntar, pero falta mucho todavía para que México pueda recuperar el nivel que tuvo en el 2008 antes de la crisis.

Quizá sea inevitable que los medios se distraigan con una historia sensacionalista como la de la familia Gebara-Farah, especialmente en un momento, como las vacaciones de Semana Santa, en que disminuye el flujo de la información más importante en el país. Esta atención, sin embargo, parece señalar que ya hay un cansancio generalizado del público ante la parálisis política y económica que sufre el país.

El caso de la niña Paulette no ha dejado de tener implicaciones políticas. El hecho de que el caso le haya estallado en las manos a la Procuraduría de Justicia del Estado de México, encabezada por Alberto Bazbaz, un estado bajo el mando del posible candidato del PRI a la Presidencia de la República en el 2012, Enrique Peña Nieto, ha generado de inmediato presiones políticas.

La Procuraduría ha cometido sin duda errores muy notables en el caso, entre ellos el aparente fracaso de detectar el cadáver de la niña durante 10 días en un apartamento que se encontraba bajo su control. Costosa fue también la decisón de primero arraigar a los padres y a las nanas de la niña sólo para dejarlos en libertad unos días después. Todo esto ha dado parque a quienes a través del procurador Bazbaz buscan atacar al propio gobernador mexiquense.

El caso de Paulette no será al final importante para definir el rumbo de la nación. Pero es significativo que se haya convertido en la principal nota de los medios de comunicación a lo largo de dos semanas. Si la procuraduría y el gobierno del estado de México lo manejan con inteligencia, terminará por ser una simple anécdota en un país con cosas mucho más importantes de qué preocuparse. Pero de continuar los errores, las consecuencias políticas podrían ser realmente duraderas.

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