El tema de los indocumentados es una papa caliente para los políticos de Estados Unidos. Por un lado no quieren perder el voto hispano; por otro podrían quedarse sin el anglosajón.
Miami (AIPE)- Como un deporte avivado quizás por las drogas y el licor, pero con la sombra del odio y el racismo, jóvenes estadounidenses se divierten “cazando mexicanos”.
Entiéndase por mexicanos a todos los latinos, porque el norteamericano promedio, en su ignorancia sobre el mundo, generaliza el origen de los que tienen piel morena.
Los consideran sucios y los llaman “frijoleros”, como si el trabajo agrícola fuera indigno, desconociendo, además, que casi todo lo que comen viene de manos hispanas. Olvidando, también, que ciertas labores difíciles como las del campo, muchos anglosajones no las quieren hacer.
El espíritu anti inmigrante crece en los Estados Unidos, no interesa el aporte que hacen los latinos al progreso de la nación.
El 8 de noviembre de 2008, Jeffrey Conroy, de 17 años, salió con 6 camaradas a “cazar” mexicanos. Se encontraron a Marcelo Lucero, un ecuatoriano de 37 años, quien caminaba con un amigo en un barrio de Long Island, Nueva York. En la gresca desigual Lucero fue apuñalado y murió.
El caso de este hispano es emblemático y por eso esta semana un jurado declaró culpable a Conroy de homicidio no premeditado con el agravante de crimen de odio; ataque en pandilla y conspiración.
Esta nueva etapa de persecución a hispanos ha pasado de la simple mirada ofensiva a la agresión física.
Lo vimos frente al ayuntamiento de Los Ángeles, el sábado 17 de abril, cuando en forma desvergonzada el Movimiento Nacional Socialista, grupo neonazi que proclama la superioridad blanca por encima de otras razas y culturas, protestó contra los inmigrantes indocumentados, acusándolos de robar empleos a los blancos y de cometer delitos.
Lo estamos viendo en Arizona, donde la Asamblea Estatal aprobó una ley contra indocumentados. No portar consigo la tarjeta de residencia (Green Card), llevar en el automóvil a un indocumentado, detenerse en la vía pública para contratar a un jornalero o simplemente caminar por la calle, se convertirá en un delito criminal y a la persona la arrestarán y deportarán. La ley está en espera de ser sancionada por la gobernadora republicana Jan Brewer.
Arizona, donde residen alrededor de 400 mil inmigrantes, vive una fase de terror sin precedentes y muchos están huyendo por miedo a caer en redadas, lo que podría colapsar la economía regional.
En Fort Lauderdale, Florida, el 12 de marzo, agentes de inmigración que perseguían a hispanos, detuvieron a Leslie Cocche, de 18 años, quien esperaba el tren para ir a la universidad.
El tema de los indocumentados es una papa caliente para los políticos de Estados Unidos. Por un lado no quieren perder el voto hispano; por otro podrían quedarse sin el anglosajón.
También tiene una máscara de doble moral porque a los empresarios les conviene la mano de obra barata y sin pagar seguridad social.
Para rematar, el gobierno de Barack Obama dijo públicamente que las autoridades migratorias han concentrado sus esfuerzos en capturar a indocumentados que hayan cometido crímenes y personas peligrosas que atentan contra la seguridad del país, pero en esta persecución caerán justos por pecadores y además estimulará la cacería de los racistas. Por esta razón el miedo se propaga.
___* Corresponsal internacional de Univisión.
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