Cualquier buen economista sabe que el alza del precio de una mercancía pone en marcha un proceso por el cual, tarde o temprano, y siempre y cuando las autoridades monetarias no practiquen una política monetaria inflacionista, ese precio bajará, sin necesidad de que las autoridades hagan algo para que baje.
Parto de la
pregunta cuya respuesta quedó pendiente en el último
Pesos y Contrapesos. ¿Por qué la
acumulación de dólares de parte del Banco de México muestra la desconfianza de
las autoridades en el mercado cambiario? Porque las reservas, para lo que sirven,
es para intervenir en dicho mercado, es decir, para ofrecer dólares cada vez
que las autoridades consideren que su precio ha aumentado más de la cuenta o,
dicho de otra manera, cada vez que consideren que la devaluación ha sido
excesiva, motivo por el cual hay que detenerla. ¿Cómo? Como se detiene el alza
de cualquier precio: aumentando la oferta de la mercancía en cuestión más de lo
que aumenta su demanda. Para poder incrementar la oferta de dólares cada vez
que considere que la devaluación ha sido excesiva, es que el banco central
acumula y aumenta sus reservas de dólares, y es en ello en lo que consiste lo
que en el último artículo llamé ilusión
de fortaleza, porque la fortaleza económica no consiste en mantener, dentro
de ciertos límites, determinados precios, mucho menos cuando las relaciones
entre oferta y demanda generan presiones alcistas sobre los mismos. Cualquier
buen economista sabe que entonces, y dadas las consecuencias de no ser ello
así, lo correcto es que el precio aumente, sea cual sea la mercancía, dólar
incluido.
El Banco de
México acumula dólares para, cuando considere que las presiones devaluatorias son excesivas, y que el nuevo tipo de cambio
no es conveniente (¿para quién?), poder aumentar la oferta de dólares, y
eliminar dichas presiones, volviendo al tipo de cambio “normal”, todo lo cual
supone la desconfianza de las autoridades monetarias en el mercado, es decir,
en el intercambio entre oferentes y demandantes, y en los resultados que el
mismo tiene, tanto en términos de cantidades (¿cuántos dólares vendidos y
comprados?), como en términos de precio (¿a qué tipo de cambio se compraron y
vendieron los dólares?). Cualquier buen economista sabe que el alza del precio
de una mercancía pone en marcha un proceso por el cual, tarde o temprano, y
siempre y cuando las autoridades monetarias no practiquen una política
monetaria inflacionista, ese precio bajará,
sin necesidad de que las autoridades hagan algo para que baje.
Por último
tener en cuenta que, si la razón de ser de las reservas de dólares es la de
evitar presiones devaluatorias, o por lo menos
evitarlas más allá de ciertos límites, para lo cual el banco central debe
aumentar la oferta de la divisa, la acumulación de dichas reservas, que se
logra comprando dólares en el mercado cambiario, reduce su oferta, generando
así presiones devaluatorias, lo cual no deja de ser
paradójico. Si en los últimos quince años las reservas del Banco de México no
hubieran aumentado en 90 mil 503 millones de dólares, entre 1995 y 2010 su
oferta hubiera sido 90 mil 503 millones de dólares mayor de la que fue, y el
tipo de cambio peso - dólar, muy probablemente, hubiera sido menor del que ha
sido.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.