En el segundo trimestre de este 2010, 12.8 millones de mexicanos laboraron en el sector informal de la economía. Esto representa un 28.8 por ciento de la población ocupada. De hecho, el número de trabajadores en la economía informal ha alcanzado el máximo nivel en la historia del país.

Quizá no deba sorprendernos esta cifra. Los políticos mexicanos no han podido hacer las reformas estructurales que habrían permitido eliminar los trámites para las empresas o los obstáculos que impiden la inversión productiva en empresas formales. Cada vez es más conveniente mantener la actividad económica en un nivel de bajo perfil en el que no se pagan impuestos o los enormes costos de la burocracia.

La tendencia a la informalización de la economía mexicana se ha visto fortalecida, paradójicamente, por algunas políticas sociales. Santiago Levy, el ex director general del IMSS que actualmente es vicepresidente del Banco Interamericano de Desarrollo, ha señalado, por ejemplo, que el seguro popular y otros servicios de salud para no asegurados promueven la permanencia de los trabajadores en la economía informal ya que otorgan beneficios sociales, en la forma de servicios médicos, a personas que se encuentran fuera de la actividad legal. El gran incentivo que tiene la economía formal para que los trabajadores y las empresas se regularicen es el otorgamiento de servicios de salud. Cuando éstos se conceden a los trabajadores informales, hay un aumento muy importante en los incentivos para mantenerse fuera de la costosa economía formal.

El deterioro de la calidad en el servicio de las instituciones de la economía formal también está teniendo un impacto negativo. Durante décadas contar con seguridad social fue una de las grandes aspiraciones de los trabajadores de nuestro país. La posibilidad de que en una emergencia se podía recurrir al IMSS o al ISSSTE era un fuerte incentivo para la formalización a pesar de los pagos de impuestos y de seguro social que había que hacer.

Con el desplome en la calidad del servicio del IMSS y del ISSSTE, sin embargo, esta ventaja se ha ido perdiendo. Ya los trabajadores no sueñan con tener un empleo que les otorgue acceso al IMSS o al ISSSTE, sino con uno que les dé seguro de gastos médicos privados. La necesidad de las empresas por ofrecer estos seguros privados ha elevado también el costo de contratación de los trabajadores y empleados. Hoy en día para crear un empleo de nivel medio en el mercado formal se necesita pagar el IMSS a trabajadores que no tienen ninguna intención de utilizar sus servicios pero también un seguro de gastos médicos privados. Y con el aumento de los costos de la contratación, los incentivos para la generación de empleos informales se hacen cada vez mayores.

Algunos políticos mexicanos piensan que esta tendencia se puede vencer con una mayor labor policial. Afirman que basta con mandar más inspectores del IMSS para levantar multas a empresas que no cotizan o no cotizan todo lo que deberían para revertirla. Pero no es así. La informalización de la economía nacional es una respuesta racional de empresarios y trabajadores al fracaso de los esquemas de seguridad social y de recaudación de impuestos de la economía formal. Si no modificamos los factores que han hecho tan atractivo el permanecer en la informalidad, no podremos esperar cambios en esta tendencia… sin importar la represión que pueda ejercerse en contra de los empresarios o trabajadores.