El populismo fiscal sólo se detiene cuando se enfrenta la cruda realidad económica, cuando se agota el “mago keynesiano” ó fracasa el planificador central. Tal vez, a pesar del pesimismo, sea ésta una oportunidad de oro para regresar a la responsabilidad fiscal y monetaria y continuar con la apertura y desregulación de los mercados.
Ningún Congreso en el mundo puede sacar de la nada un nuevo poder de compra o consumo. Si financia nuevo gasto con impuestos, está simplemente redistribuyendo un poder existente de consumo (a la vez que disminuyen los incentivos para crear ingresos y producción). Si el Congreso toma prestado el dinero de inversionistas nacionales, éstos tendrán mucho menos que invertir o gastar en la economía privada. Si se toma prestado dinero de extranjeros (los chinos en el caso del gobierno estadounidense), la balanza de pagos se ajustará aumentando en igual medida las importaciones netas, dejando el total de demanda y producción sin cambios. Cada dólar que el Congreso gasta debe venir primero de algún otro sitio. No existe el “mago keynesiano”, que supuestamente crea dinero de la nada. No hay maná del cielo. Y esto es lo que algunos políticos en Washington no entienden.
No sé que pase esta semana, fecha límite para que se apruebe ó no un aumento en el llamado techo de endeudamiento del gobierno de EU, pero lo cierto es que cualquier decisión que se tome, no soluciona el problema de fondo de la economía estadounidense. Si se aprueba aumentar el límite de endeudamiento del gobierno, los mercados financieros “respiran”, pero sólo es de corto plazo, pues sólo significa aplazar el ajuste necesario. Tarde ó temprano se debe enfrentar la dura realidad económica, los excesos fiscales de los gobiernos, así se trate del país más rico de la tierra.
Si no se aprueba, los mercados financieros se “derrumban”; no obstante, si se hace con seriedad, podría ser el inicio de poner en orden el bolsillo del gobierno gastalón de Bush y Obama. Un tercer y probable escenario es una combinación de pequeños ajustes que le permitan al gobierno proseguir gastando sin diseñar seriamente un plan de austeridad (incluiría aumentar impuestos). La imposición de la política sobre la economía. La supervivencia del mago keynesiano.
Milton Friedman afirmaba con frecuencia que el mejor escenario para que un gobierno gastalón corrigiera sus excesos fiscales era que el Congreso le negara el tener acceso a más financiamiento. Y lamentablemente, parece que ese es el único camino para que el avance del populismo financiero, del keynesianismo ramplón, se detenga en EU. La hora final del mago keynesiano comienza obligando al gobierno a hacer más con menos recursos de la sociedad.
Como diría un colega, el problema de EU no es siquiera de endeudamiento, sino de uso y abuso del gasto público. El problema financiero que viene para EU es descomunal; cada año hay pérdidas multimillonarias de los programas de salud como el Medicare y el Medicaid, huecos financieros crecientes en los programas de retiro del seguro social, estados con mayores deudas, abultadas pérdidas de distintos programas populistas como los cuantiosos subsidios agrícolas, pérdidas millonarias por rescatar a empresas privadas, etc.
Mientras no se corrijan los incentivos perversos del gasto público, la deuda pública, aunque tenga pequeños ajustes, continuará creciendo y creciendo y podría duplicar en menos de cinco años -al ritmo que está creciendo- al PIB (hoy es de proporción casi igual), como hoy ocurre en Japón y que lo tiene sometido a un eterno estancamiento. El mago keynesiano en su apogeo.
Una propuesta muy buena contra los abusos del gasto público (para acabar al “mago keynesiano”), viene de los republicanos e implicaría regresar al diseño de una ley de responsabilidad fiscal que obligue al gobierno a tener un presupuesto equilibrado. Muy buena opción y es la mejor manera de atarle las manos al gobierno; el problema es que el Ejecutivo, representado por el presidente Obama, la vetaría por completo. Sería ir en contra de su naturaleza.
Si alguien duda lo anterior, sólo hay que ver al Presidente Obama en su estrategia de “going to public”, que busca convencer a la opinión pública estadounidense, de que él es víctima, rehén de los republicanos que a toda costa quieren impedir su reelección. Puros pretextos para no poner en orden las finanzas de casa.
Obama y sus asesores económicos siguen creyendo en la falacia keynesiana, de que es gastando más como se saldrá de la crisis, ya antes hemos argumentado sobre esta nefasta falacia. Y lo peor, en la FED hay otros economistas convencidos del argumento keynesiano y que le hacen de compinche al abuso fiscal del gobierno.
No sé, pero si prosiguen los excesos se está preparando un nuevo escenario de una crisis financiera brutal, que sería acompañada de estancamiento con inflación y desempleo. Sobra decir los efectos perniciosos que recaerían sobre la economía mexicana y el resto del mundo.
Por cierto, una nueva crisis financiera conllevaría al aumento de la pobreza, como ya ocurrió con la crisis que comenzó en 2008, resultado de los excesos de los gobiernos, del intervencionismo gubernamental, NO del “modelo económico”, de la política “neoliberal”, de la apertura de los mercados, del “capitalismo salvaje”, como hoy salen muchos perfectos idiotas latinoamericanos a afirmar cuando el CONEVAL anuncia un aumento de la pobreza desde 2008. ¿Alguien le cree al PRI reclamándole al gobierno calderonista el aumento de la pobreza, omitiendo la crisis financiera mundial de 2008, cuando este partido ha bloqueado sistemáticamente reformas estructurales que le darían crecimiento económico vigoroso al país y reducirían con ello la pobreza? Yo no.
Y no se trata de ser catastrofista, pero por estos días veremos si hay una verdadera voluntad de poner en orden la casa. Obviamente un déficit descomunal como el que tiene EU no se arregla de la noche a la mañana, pero sí con ajustes fiscales paulatinos que en el margen signifiquen un mejoramiento de las finanzas públicas de aquel país. En el largo plazo, la solución óptima es reformar a los sistemas de retiro y reducir la tremenda intervención gubernamental en el mercado de la provisión de la salud y en muchos mercados en general. También pasa por la cancelación de programas populistas irresponsables como los multimillonarios subsidios agrícolas que vienen de la época del “New Deal”. Eso es menos socialismo, y Obama, su partido socialdemócrata y sus asesores keynesianos es lo que menos quieren.
El populismo fiscal sólo se detiene cuando se enfrenta la cruda realidad económica, cuando se agota el “mago keynesiano” ó fracasa el planificador central. Tal vez, a pesar del pesimismo, sea ésta una oportunidad de oro para regresar a la responsabilidad fiscal y monetaria y continuar con la apertura y desregulación de los mercados. ¿Se acaba el mago keynesiano?
Lo dudo, pero ojalá me equivoque.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.