Es paradójico que los descendientes intelectuales de los liberales del siglo XVIII no puedan dejar de criticar la figura del funcionario público dada la terrible “hemorragia” de recursos que se da del sector civil al político.
Uno de los textos clásicos para el estudio de la teoría
económica lo constituye la obra maestra del economista escocés Adam Smith titulada “Investigaciones en cuanto al origen y la causa de
Ahora bien, uno de los aspectos alternos de la obra se
refiere a la figura del funcionario público. Vale la pena mencionar que, la “invención”
de la figura del funcionario público se le debe a los
liberales anglo-sajones del siglo XVIII, puesto que, era a través de esta
figura cómo tarde o temprano el poder político le sería arrebatado a la
nobleza. Eso sí, dichos funcionarios estarían al servicio de un Estado
fuertemente limitado en sus funciones y los puestos serían ad-honorem. Resulta paradójico, eso sí, que hoy en día, los
descendientes intelectuales de los liberales del siglo XVIII no puedan dejar de
cuestionar y criticar la figura del funcionario público dada la terrible “hemorragia”
de recursos que se da del sector civil al político.
Y no es para menos, si vemos el caso de nuestro país.
Resulta que los miembros del gabinete mexicano perciben salarios superiores a gobernantes
como el Primer Ministro británico y el presidente del gobierno español.
Agárrese estimado lector: Un secretario de Estado recibe US$179,000
anuales. Pero eso no es todo, un sub-secretario gana
45 por ciento más que uno estadounidense y más del doble que uno alemán o
español. El presidente Fox, gana más del doble que su colega brasileño, y seis
veces más que su colega argentino y chileno. Ahora, vuélvase a agarrar fuerte
estimado lector, porque, resulta que también el salario per-cápita
de los mexicanos es de los más bajos del mundo, rondando los US$5,000 anuales.
¿Ficción, realidad, o masoquismo de marca “Hecho en México”? Ud. decida, pero la verdad es que las cifras resultan
groseras. Porque altos salarios, sólo se justifican en la medida en que éstos
son el premio por haber generado riqueza y bienestar; o sea, efectividad. Pero
resulta que, la función gubernamental –por lo general- poco o nada tiene que
ver con hacernos sentir mejor. Por el contrario, la iniciativa privada de los
ciudadanos ha sabido siempre superar la inefectividad
política. Al margen ha de recordarse que el dinero que conforma nuestros
impuestos es extraído coercitivamente de nuestros bolsillos.
¿Luego nos preguntamos por qué somos pobres? He aquí una
pista: Mientras más dinero tengan las arcas del Estado, menos tendrán los
ciudadanos; entre más le pedimos al Estado, más recursos saca de nuestras
bolsas. Ojo con este detalle, el cambio en México no significó únicamente sacar
al PRI de los pinos, sino, “sacar” la mentalidad populista –estatista
de nuestro marco de gobierno, sin importar el color del partido. Y en cuanto a
esto, aún estamos verdes.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.