Yo no estoy convencido de que el PRI de regreso en Los Pinos el año próximo pueda alcanzar el apoyo de sus oponentes derrotados para emprender la ambiciosa agenda descrita por Peña Nieto.
Como prometí hace ocho días, en esta ocasión toca hacer la síntesis y análisis del decálogo que presentó el aspirante presidencial priísta Enrique Peña Nieto en su viaje a EU hace un par de semanas, dónde estuvo en Washington y Nueva York.
En primer lugar hizo un diagnóstico, a mi juicio acertado, de la inaceptable condición en la que se encuentra nuestro país, tanto por la violencia que lo asuela como por el mediocre crecimiento que ha mostrado la economía, todo ello como resultado de un “Estado disfuncional” que no ha podido garantizar las condiciones mínimas de seguridad y realizar las reformas esenciales para poder crecer con celeridad.
El precandidato delineó en sus diversas presentaciones tres prioridades básicas: Que el país crezca a su verdadero potencial económico, mucho mayor del alcanzado en la última década; que los derechos de los mexicanos definidos en la Constitución se vuelvan una realidad; que el país recupere su liderazgo internacional.
Para conseguir tales propósitos esbozó el siguiente decálogo de políticas públicas:
1. Mantener la estabilidad macroeconómica con unas finanzas públicas equilibradas y sustentada en la autonomía efectiva del Banco de México.
2. Elevar la competitividad de la economía con un firme combate a los monopolios.
3. Pemex tiene que cambiar para ser una real palanca del desarrollo nacional, buscando formas de aliarse con empresas privadas que cuenten con tecnologías avanzadas al tiempo que se mantiene la propiedad estatal de los recursos.
4. Revertir la inversión insuficiente en capital humano, ciencia y tecnología.
5. El crédito que otorga el sistema financiero del país es a todas luces insuficiente al representar sólo el 23% PIB, contra 50% en Brasil y 100% en Chile, para citar sólo dos ejemplos. Hay que crear los incentivos necesarios para que aumente el crédito de la banca privada y mejorar radicalmente la banca de desarrollo.
6. La infraestructura del país es insuficiente y lleva años de descuido y deterioro por lo que es indispensable aumentar la inversión con participación del sector privado.
7. Reducir la economía informal que ha tenido un crecimiento descomunal y aumentar de manera importante la creación de empleo formal. Además, hay que crear un sistema de seguridad social universal para todo ciudadano, asegurar los riesgos asociados al trabajo, otorgar pensiones dignas para el retiro y crear un seguro de desempleo.
8. Buscar una integración productiva con EU más allá de la puramente comercial y emprender planes para financiar una mejor infraestructura en la frontera común.
9. Promover una política de fomento industrial en sectores clave de la economía.
10. Todo lo anterior requiere de mayores recursos fiscales por lo que será necesario emprender una reforma tributaria integral que amplíe la base impositiva, simplifique el sistema, mejore la calidad del gasto público y redefina las facultades de gasto e ingreso entre los tres niveles de gobierno.
Peña Nieto sustentó que al reemprenderse un crecimiento económico acelerado se daría un círculo virtuoso entre una más dinámica economía y la restauración de la seguridad pública que se ha perdido en buena parte del territorio nacional. Señaló que regresará a las fuerzas armadas a sus cuarteles en cuanto se cuente con una fuerza policiaca apropiada para combatir a las organizaciones criminales.
Cuando se le señaló al aspirante priísta que varias de las políticas delineadas habían ya sido propuestas por los gobiernos del PAN y fueron rechazadas por su partido, indicó que en efecto, ello había ocurrido, pero que se debía a que esos gobiernos se negaron a hacer una alianza substantiva con el PRI en pos de la agenda reformista común, y se dedicaron a insultar a su partido y se aliaron con un PRD que ni siquiera reconoce la legitimidad de la administración de Felipe Calderón.
El precandidato señaló que el único partido capaz de emprender las reformas y conseguir el necesario apoyo político de la oposición era el PRI, como lo hizo en tiempos de Carlos Salinas (1988-94). Yo, sin embargo, no estoy convencido de que el PRI de regreso en Los Pinos el año próximo pueda alcanzar el apoyo de sus oponentes derrotados para emprender la ambiciosa agenda descrita por Peña Nieto.
A reserva de analizar en detalle los planteamientos del precandidato, percibo varias contradicciones. Cito sólo una: la cobertura médica universal no vinculada con la situación laboral de los beneficiados, genera incentivos para la informalidad y tiene costos muy superiores a los ingresos del gobierno hoy, lo que implicaría no sólo ampliar la base tributaria sino aumentar las tasas impositivas de manera radical.
¿Sería eso posible en un gobierno de Peña Nieto?
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.