Mucha discusión ha generado la nueva Ley de Radio, Televisión y Telecomunicaciones que se encuentra actualmente en el Senado. La mayor parte de las críticas que he escuchado y leído se centran en el argumento de que es una legislación surgida de Televisa. Yo no sé si lo es. Pero aunque así fuera, y a pesar de que yo he pasado la mayor parte de mi vida profesional en competencia con Televisa en radio y televisión, eso no es suficiente para detenerla. La nueva legislación no es perfecta, pero incluye avances muy importantes.

Quizá el aspecto más positivo es que la iniciativa elimina la discrecionalidad con la que actualmente se entregan las concesiones. Durante décadas el gobierno ha “premiado” con frecuencias gratuitas de radio y televisión a empresarios que consideraba cercanos y dóciles. A cambio de esos premios, que permitían el enriquecimiento de los concesionarios, el gobierno exigía lealtad, ya que podía cancelar las concesiones en el momento que quisiera o simplemente negarse a renovarlas.

La nueva ley establece un procedimiento más justo y transparente para la entrega de concesiones. Los aspirantes primero deben llenar ciertos requisitos técnicos y legales. Si los cumplen, y hay varios que siguen aspirando a una concesión, ésta se subasta. Así se asignan ya las frecuencias de telefonía celular. Es la forma más equitativa y transparente de hacerlo. El concesionario no queda de esta manera “endeudado” con un funcionario.

La cancelación o renovación de las concesiones no queda sujeta tampoco a la discreción de un funcionario conforme a la nueva ley. Las reglas para una cosa o la otra se establecen con claridad. La autoridad no puede chantajear ni buscar favores a cambio de renovar o de no cancelar.

La nueva legislación reconoce la convergencia de los distintos medios de comunicación que utilizan el espectro radioeléctrico. Ya no es posible pensar en mantener separados la radio, la televisión, el internet y la telefonía. Hoy podemos escuchar radio por Internet, ver televisión por celular o hablar por “teléfono” a través de una computadora. Todos estos medios pueden utilizar las mismas frecuencias del espectro radioeléctrico. Si no reconocemos esto en la ley, si no permitimos que cada quien pueda usar con la mayor libertad posible el espectro, nos estaremos cerrando las puertas como país a los avances tecnológicos que pueden venir en cualquiera de estas formas de comunicación.

Si hay éstas y otras ventajas en la ley, si estos beneficios se percibieron tan claramente que la Cámara de Diputados aprobó por unanimidad la iniciativa, ¿por qué senadores como el priísta Manuel Bartlett y el panista Javier Corral se oponen? Mi interpretación es que estos senadores representan un viejo sistema político en que el gobierno tenía un control férreo sobre los medios y se resisten a aceptar que haya una mayor libertad en la comunicación. La sociedad en su conjunto, sin embargo, se beneficia de esta libertad. La principal víctima de un sistema que hacía que los dueños de las concesiones fueran dependientes del gobierno federal fue la libertad de expresión.