Hay quienes descalifican a la iglesia católica por algunos casos de sacerdotes pederastas que han salido a la luz pública o de jerarcas que no practican la austeridad ni la humildad. Pero la mayoría de los religiosos no son así.
Hay quienes descalifican a la iglesia católica por algunos casos de sacerdotes pederastas que han salido a la luz pública o de jerarcas que no practican la austeridad ni la humildad. Esas críticas dan la impresión de que la mayoría de los religiosos son así. Olvidan o desconocen, quienes así piensan, que esos casos representan un 0.01% y que la mayoría de ellos, más del 99%, realizan una labor callada y anónima a favor de los pobres y menesterosos.
Durante muchos años la principal y quizá la única institución que ayudaba a los pobres sin necesidad de cobrar o aumentar impuestos a los ciudadanos era la iglesia, vivía de un diezmo voluntario. Muchos edificios que ahora son joyas coloniales fueron durante siglos hospitales y hospicios, donde religiosas y religiosos atendían a los pobres sin cobrar por esa ayuda.
Conozco casos de monjas, como Mary Agnes, que, al igual que la Madre Teresa de Calcuta, pasaron su vida entre leprosos y enfermos desahuciados. Sacerdotes que desde las aulas formaron a miles de jóvenes ricos, de clase media y humilde, a quienes les inculcaron principios morales y ayudaron a convertirlos en buenos ciudadanos. Esos sacerdotes vivían en la austeridad. Muchas veces ayudaban sin recibir ni las gracias de los beneficiados.
Quienes se llenan la boca criticando a la iglesia y que quieran ser justos, deben contraponer en sus juicios los casos de soberbia, pederastia y demás faltas a la moral de algunos, con la vida humilde, de entrega a los pobres, sin demagogia y sin reflectores, de miles de sacerdotes y monjas que han entregado su vida a pobres y enfermos en base a las enseñanzas de Cristo sin esperar nada material a cambio.
EntrarTanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.