El domingo pasado se celebraron elecciones en 14 entidades federativas, en las cuales un conjunto de ciudadanos eligieron a determinados individuos que les prometieron que se estaban postulando porque lo que buscaban era hacer el bien para su estado o a su municipio. En realidad, el pasado domingo se eligieron a una bola de rentistas que muy poco les interesa el bienestar de su comunidad. Los próximos días, como pasa en cualquier elección en México, habrá acusaciones e impugnaciones que terminarán resolviéndose en los tribunales; en fin. Ahora ya es tiempo de retomar la agenda centrada en lo que realmente le interesa a la mayoría de la población que es el de crecimiento económico.

Está bien documentado en diversas investigaciones que el mediocre desempeño de la economía mexicana, con una tasa de crecimiento económico de PIB por habitante durante los últimos treinta años apenas del 1% en promedio, además de ser el resultado de diferentes crisis macroeconómicas (1982, 1985, 1986, 1988, 1995 y 2009), se explica primordialmente por que la productividad factorial total ha caído, de forma tal que el poco crecimiento que se ha registrado se debe a la acumulación de los factores de la producción (capital y trabajadores). Urge que la economía entre en un plazo muy corto en una senda de mayor y sostenido crecimiento económico porque el tiempo se nos está acabando.

Desde principios de este siglo, entramos en lo que se ha denominado “la ventana de oportunidad demográfica”, la cual se deriva del cambio en la estructura de edades de la población, una en la cual más individuos como porcentaje de la población total están en edad de trabajar. Este cambio demográfico implica que el índice de dependencia (cuantos individuos que no están en edad de trabajar, niños, jóvenes y jubilados, son mantenidos por aquellos que están trabajando) ha estado disminuyendo. Se proyecta que esta ventana de oportunidad demográfica finalizará en el año 2021, cuando a partir de entonces el índice de dependencia volverá a aumentar derivado de la estabilización en el porcentaje de niños y jóvenes junto con una aceleración en el envejecimiento de la población. Una ventana de oportunidad de 21 años y ya desperdiciamos 13 de estos.

¿Por qué urge crecer? El crecimiento económico es la principal fuente de aumento en el bienestar de las familias y de reducción de la pobreza, lo cual es obvio, pero urge crecer más rápido porque de no hacerlo México se convertirá en un país de viejos pobres y de pobres viejos. Dado el magro crecimiento que México ha experimentado, derivado de que la productividad no ha aumentado, los salarios reales para la mayor parte de la fuerza laboral prácticamente han estado estancados. Además, dado el deficiente arreglo institucional, 60% de ésta labora en la informalidad, es decir sin acceso a los sistemas de seguridad social, con especial énfasis en el acceso a los servicios de salud y de pensiones.

Es claro que de no crecer a mayores tasas, con una creciente creación de empleos con acceso a la protección social, el futuro no pinta muy bien. Dado el envejecimiento de la población, cada vez será mayor la incidencia de enfermedades crónicas como cáncer, Parkinson y Alzheimer, que para las familias son eventos catastróficos. Más aún, si no cuentan con una pensión, la carga sobre las finanzas familiares puede ser desastrosa, particularmente sobre el bienestar y posibilidades de desarrollo de los niños y jóvenes por el hecho de estar manteniendo a los viejos. Y es solo por esto que urge crecer más rápido.