¿Se puede (como afirma López Obrador), o no se puede (como lo ha señalado el presidente Fox), bajar el precio de la electricidad? La respuesta es que sí se puede, pero la pregunta no debe ser si se puede, o no, bajar el precio de la electricidad, sino si, dadas las actuales circunstancias de la industria eléctrica, se deben bajar, sin crear mayores problemas de los que se pretenden solucionar. Vamos por partes.

A cualquier propuesta, de cualquier candidato, y para evitar que la democracia electoral degenere en mercado electorero, los electores debemos hacer cuatro preguntas: ¿a quién beneficia?, ¿a quién perjudica?, ¿cuánto cuesta?, y ¿quién pagará? Estas cuatro preguntas son pertinentes, sobre todo, ante propuesta como la de López Obrador. Supongamos que López Obrador gana la Presidencia de la República, y que su primer acto de gobierno es decretar la baja del precio de la electricidad. ¿A quién beneficia la medida? A los consumidores de electricidad, desde las familias hasta las empresas. ¿A quién perjudica? A los oferentes de electricidad, la Comisión Federal de Electricidad y la Compañía de Luz y Fuerza del Centro, empresas que, una de dos, o verán reducidas sus utilidades, o incurrirán en pérdidas. En ambos casos, sobre todo en el segundo, es muy probable que el gobierno termine subsidiándolas, lo cual nos lleva a la tercera pregunta: ¿cuánto cuesta la reducción, por decreto, del precio de la electricidad? La respuesta depende, uno,  de la magnitud de la baja en la tarifa y, dos, de su efecto sobre las finanzas de las empresas encargadas de ofrecer la electricidad. Pero de que cuesta, ¡cuesta!, lo cual nos lleva a la cuarta pregunta: ¿quién pagará el subsidio que se le otorgue a las paraestatales? El gobierno, de acuerdo, ¿y de dónde sacará el gobierno los recursos para subsidiar la baja, por decreto, en los precios de la electricidad? De los impuestos de los contribuyentes, de tal manera que la respuesta a la última pregunta es: los contribuyentes, por lo cual lo que la gente pague de menos como consumidor de electricidad lo pagará de más como contribuyente.

¿Se puede bajar, por decreto, el precio de la electricidad? Sí, claro que sí, y no sería la primera vez que el gobierno cometiera una imprudencia de tal magnitud, que tendría efectos negativos derivados de las respuestas a las cuatro preguntas: ¿a quién beneficia?, ¿a quién perjudica?, ¿cuánto cuesta?, y ¿quién pagará?, lo cual quiere decir que bajar por decreto los precios de la electricidad, o de cualquier otra mercancía, es la mala manera de hacerlo, lo cual supone que existe un manera correcta de llevarlo a cabo. ¿En qué consiste? En aumentar la oferta más que la demanda para lo cual, en el caso concreto de la electricidad, hace falta eliminar el monopolio gubernamental, para lo cual no es necesario privatizar, ni la Comisión Federal de Electricidad, ni la Compañía de Luz y Fuerza del Centro: basta con permitir la competencia de los particulares, para lo cual hay que comenzar por cambiar la Constitución.

El candidato que quiera que los mexicanos nos beneficiemos de energéticos a menor precio, y si su pretensión va en serio, debe estar a favor de la competencia en las industrias eléctrica y petrolera. Cualquier otra medida (como lo sería la manipulación de los precios por parte del gobierno, y eso, manipulación, es lo que sería la baja por decreto del precio de la electricidad), no pasará de ser un paliativo que, en el mejor de los casos, aliviaría, a corto plazo, los efectos del mal, pero sin eliminar su causa, creando, a la larga, más y mayores problemas. ¿Es eso lo que queremos: la borrachera hoy y la cruda mañana?