De haber existido un aparato capaz de medir la estulticia el martes pasado se habría puesto “al rojo vivo” durante la transmisión del programa “Monitor” en el que José Gutiérrez Vivó entrevistó a Manuel Andrés López Obrador. De ese tamaño fueron los disparates que el candidato lanzó a los cuatro vientos por los micrófonos de la radio.

Siendo alguien con tanto pavor al ridículo, López eligió muy bien a su entrevistador, Gutiérrez Vivó, cuya ignorancia en materia económica es casi tan proverbial como su arrogancia; era el entrevistador a modo para dejar pasar, sin ninguna observación, sin levantar las cejas o golpear en la mesa (como le gusta hacer a Gutiérrez cuando se le acaba el verbo), todas y cada una de las sandeces del entrevistado.

Aún así, para quien quiera que conozca un poquito la economía y específicamente las finanzas públicas en México y lo que son la política monetaria y la política fiscal, la falta de preparación de López y su ignorancia insalvable acerca de la historia reciente de México –en lo que hace a la economía- habrá resultado evidente y pasmosa.

1.      López ignora que desde hace más de una década, al menos, México NO tiene carta de intención alguna con el Fondo Monetario Internacional (tal vez la última vez que leyó la sección de finanzas de un periódico fue en 1986), también ignora que gracias al actual Secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, desde el año 2000 se difunden ampliamente –no cada año, sino cada tres meses- las cifras no sólo del déficit fiscal (medido de acuerdo a los indicadores mundialmente aceptados en las cuentas nacionales) sino también los requerimientos financieros del sector público.

2.      Ignora López que si algunos de esos requerimientos financieros –como la deuda del Fobaproa, hoy IPAB- no están reconocidos legalmente como deuda pública (a pesar de que sí lo son) ha sido por la cerrazón de su partido, el PRD, a reconocer la realidad (lo que abarataría muchísimo el costo de darle servicio a esa deuda contingente si se reconociese por fin como pública); ignora que otros de esos requerimientos financieros, como los derivados de los Pidiregas, difícilmente impactarán en las finanzas públicas porque se trata de proyectos de inversión, especialmente en Pemex y en la Comisión Federal de Electricidad, que generan de sobra (dados los altos precios de los energéticos en el mercado internacional, entre otras razones) recursos más que suficientes para darle servicio a la deuda.

3.      López confunde la política fiscal con la política monetaria. No sabe qué son, en realidad.

4.      López insiste en que bajará 10 por ciento (en general) las tarifas de la energía eléctrica, sin explicar de dónde saldrá el dinero para hacerlo y no generar mayor deuda para la CFE y para el gobierno federal (deuda que pagaremos todos, en caso de que este torpe llegue a la Presidencia), y sólo promete soluciones mágicas y voluntaristas para allegarse recursos (“combatir la evasión fiscal y combatir la corrupción” sin decir cómo ni explicar por qué él sí podrá hacer lo que otros no han podido), pero añade ahora que habrá tarifas diferenciadas para ricos y para pobres (donde él y sólo él juzgará si por vivir en Polanco usted es rico o si por vivir en Iztapalapa usted es pobre aunque habite en un palacete como varios perredistas de esa zona) y por climas, beneficiando con tarifas diferenciales a quienes más gastan. Si López hubiese aprobado Economía I sabría que esa que propone es la receta perfecta para estimular el desperdicio de un recurso escaso –la energía eléctrica- y para generar atroces distorsiones en el mercado. Pero si no sabe de economía, sí sabe de “grilla” y debe intuir que por ese camino de las tarifas diferenciadas podrá beneficiar a sus amigotes empresarios “enchufados” con López y perjudicar a las clases medias respondonas.

5.      López inició la entrevista –asesorado por alguien medianamente inteligente entre sus colaboradores (lo que es insólito)- diciendo correctamente que la economía es un asunto técnico, y no ideológico. Pero la sensatez se le acabó después de esa formulación general y el resto de la entrevista se la pasó diciendo sandeces –que sólo comprueban su nula preparación técnica y sus obsesiones ideológicas trasnochadas. Por ejemplo, mostró su palmaria ignorancia sobre lo que beneficia y lo que perjudica a la clase media en materia de política económica: Todo lo que él critica, como tecnócrata y neoliberal, ha permitido por fin a la clase media adquirir vivienda a crédito, automóviles nuevos, financiar la educación de los hijos. Y todo lo que él propone en la materia –distorsiones en la fijación de precios, manipulación del crédito y de las tasas de interés, gasto gubernamental desordenado sin criterios de costo-beneficio- a quien perjudicará de inmediato, en caso de aplicarse, será a la clase media.

Lo bueno es que López va de picada en las encuestas y ni siquiera estas “lavadas de cara” (queriendo presentarse como “sensato” y “responsable” en lugar de majadero, autoritario e ignorante) le servirán mucho para levantar su alicaída imagen. Sólo los muy obcecados o aquellos que ya han amarrado un “hueso” con López o sueñan con que ganará, pero no pueden tapar el sol con un dedo.

En fin, López sigue haciendo aquello que más miedo le provoca: el ridículo.