El mismo día en que el departamento de Comercio sorprendía al informar la reciente ronda de creación de empleos lo que, lleva al país a lo que los economistas llaman “pleno empleo,” el Congreso de los EU debatía la controversial reforma migratoria que tanta polémica ha levantado. ¿Qué hacer con los once millones de demonios trabajando, consumiendo, pagando impuestos, dándole flexibilidad a un inelástico mercado laboral…..pero sin papeles?

Ante ello, al igual que en los años 80, atestiguamos argumentos emergiendo en diferentes esquinas del estadio de la confusión y la demagogia. El presidente Bush, insiste afirmando los inmigrantes llegan para ocupar empleos que los ciudadanos no quieren. Los economistas de izquierda y derecha, continúan ignorando el papel de los precios y argumentan que, los americanos estarían felices de pizcar tomates si esos trabajos fueran mejor remunerados. Y siguiendo en esa sintonía promueven salarios mínimos estratosféricos, más beneficios mientras que, los supuestamente admiradores del mercado libre, consideran los EU puede sellar sus fronteras sin mayores consecuencias.

Si se pudiera sellar la frontera, el mercado se ajustaría a la escasa oferta de mano de obra y luego seguiría el ajuste de precios y salarios. En ese escenario, los EU podrían sobrevivir esa escasez de la misma forma que lo hicieron ante las de acero, azúcar, petróleo.  Pero la economía es un arreglo de intercambios favorables para todos. Entonces, la pregunta es ¿Deben los EU seguir la ruta hacia el proteccionismo? Durante años hemos visto cómo las economías cerradas, al privarlas de ese capital intelectual, convierten a los países en entes débiles no aptos para competir y, con ello, abonan a su pobreza puesto que, el cerrar las puertas a la competencia es un ataque frontal a la eficiencia.

El argumento de cerrar las puertas a los jornaleros sin habilidades básicas, es igualmente miope. Entre la infinidad de beneficios que estos jornaleros le han entregado a los EU, es evitar un esquema laboral similar al de Francia en el que, los sindicatos se han convertido en dueños del país con una legislación laboral que, en estos momentos, produce un desempleo de mas del 10% y está a punto de provocar su segunda revolución.

Otra parte de la ecuación que permanece ignorada, es el que los inmigrantes incrementan no sólo la oferta, sino también la demanda laboral. Es decir, son también consumidores de bienes y servicios que, al demandarlos, están creando necesidades que alguien debe satisfacer. Una pregunta que nadie puede responder es la siguiente: Si los inmigrantes ilegales han estado robando esos empleos a los ciudadanos ¿Cómo es posible que el país haya alcanzado el punto de “pleno empleo?”

Una de las pocas voces entonando el himno de la lógica, es el Cato Institute en la voz de Dan Griswold quien afirma: “La industria textil, la de alfombras, los rastros que todavía operan, la agricultura de California y Florida, entre muchas otras, han sido capaces de sobrevivir porque tienen acceso a esa mano de obra.” Luego, de forma muy clara demuestra que, eliminando ese flujo de mano de obra, no se dará el milagro del aumento de los sueldos pagados en esas actividades. En esta nueva economía cibernética, lo más probable es que desaparezcan para emigrar a otros países ante la imposibilidad de las empresas para competir. En seguida, los mismos políticos pidiendo la cabeza de los inmigrantes, pasarían a bloquear la importación de esos productos que ya no se pueden fabricar en el país.

Debemos regresar al argumento de siempre. Economía de mercado no es pro negocios ni pro trabajadores, es pro consumidor y es ese consumidor quien, a través del sistema de precios, toca el ritmo al cual el resto de los participantes deben danzar. Un ejemplo clásico de esta extendida miopía, fue el fiasco de la cadena de nevarías BEN @ JERRY que, ante su éxito inesperado, se contagiaron de ese humanismo cantinflesco y, para darle acceso al pobre a sus productos, se dieron a bajar precios y, para ser aun más compasivos que la madre Teresa, pasaron a subir los sueldos de sus empleados, e ignorando al consumidor, provocaron su estrepitosa bancarrota. Pero aprendiendo la lección, regresaron listando ahora su misión: “Operar la empresa sobre bases financieras sustentables que provoquen el crecimiento redituable, incrementando el valor para nuestros accionistas.” Parte importante del ajuste, es su mano de obra de inmigrantes.

Ahora, regresamos al argumento de que el problema se inicia en México cuando, ante el secuestro de la economía, no crece al ritmo requerido para satisfacer la demanda de empleos. Pero lo más alarmante es lo que nos aguarda en el cercano futuro. Durante días ha circulado un excelente análisis del economista Salvador Kalifa, quien, al igual que Mises, nos advierte lo que nos espera frente al triunfo presidencial del líder en las encuestas, y acudo solo a unos párrafos, lo suficiente claros para convocar a San Judas.

CITO: “El “modelo” de AMLO es una mezcla de políticas keynesianas, la ampliación de programas sociales de gobiernos anteriores, y medidas intervencionistas que aplicaron con resultados económicos desastrosos las naciones socialistas y latinoamericanas en el siglo pasado, así como las que instrumentaron en México, para nuestro infortunio, Luís Echeverría Álvarez y José López Portillo.”

“Dice que respetará la autonomía del banco central, pero hace una serie de planteamientos que claramente indican acabará por minarla. Piensa alterar la conducción de la política cambiaria para, supuestamente, “estimular” el crecimiento, lo que además de ser una estrategia equivocada, implicaría el abandono del régimen de flotación.”…..y sacar la maquinita del almacén.

“Habrá una mayor intervención del gobierno en la economía así como un resurgimiento de la “política industrial.” Su crítica visceral a la economía de mercado contrasta con su visión romántica de un intervencionismo gubernamental caracterizado por acciones óptimas de gobernantes y burócratas bondadosos y omniscientes.”

Traducido: Para los mexicanos: Al inicio del siglo pasado, el ingreso per capita de los mexicanos era el equivalente al 10% del de los EU, cien años después, siguiendo las políticas que se propone implementar AMLO, apenas sobre pasa el 15%, entonces, amarren sus mochilas. Para los gringos: Abran las puertas para recibir a lo mejor que tiene México, su gente luchadora y amante de la libertad a quienes, Juan Hernández en su extraordinario libro llama: “Los Nuevos Pioneros Americanos,” el cual recomiendo a todo mundo.