En el sexenio del gobierno de Luis Echeverría el peso se devaluó en 59%; en los seis años de López Portillo, un 647%; en los seis años de Miguel de la Madrid, 1440%; en los seis años de Salinas, 117%; con Ernesto Zedillo, 92%; en el gobierno de Vicente Fox, 12.5%; en los seis años de Felipe Calderón, 20%, y en dos años nueve meses del actual Gobierno, del presidente Enrique Peña Nieto, alrededor del 29%[1]

Las cifras anteriores son la evidencia de que los gobiernos gastalones y populistas no dan resultados (en particular los gobiernos priistas, aunque el PAN no está libre de culpa, en especial por el aumento del coeficiente deuda-PIB que se dio con algunas decisiones irresponsables de gasto público de Felipe Calderón).

El actual gobierno peñista ha optado por gastar más para ganar elecciones, ha aumentado la deuda pública y ha subido impuestos (con la complicidad del PRD), y lo peor, ha mantenido y aumentado la burocracia y su costo con más y más “huesos” para los cuates y ya de plano se “volaron la barda” con la creación de la llamada Secretaría de la Cultura.

El gobierno de Peña ha preferido aumentar impuestos con miras a más programas populistas como “cruzada contra el hambre” y a locuras financieras como la llamada pensión universal (esa reforma que Peña baratamente le compró a los estatistas de Jorge Castañeda y Héctor Aguilar Camín).

Si el gobierno de Peña quiere salvar parte de su “dignidad” debe realizar lo siguiente, en especial porque tiene la mayoría en el Congreso con sus aliados (y la mayoría de los gobiernos estatales), y no necesita, a diferencia del PAN en su momento, de negociar con la oposición. El PRI debe tomar estas acciones:

• Liquidar a las paraestatales onerosas, burocráticas y corruptas de Pemex y CFE.

• -Disminuir el tamaño de la burocracia a menos de dos millones de empleados de gobierno. Esto se puede hacer de manera gradual, jubilando a las personas empleadas de la tercera edad en el gobierno y liquidando a trabajadores menores de 35 años. Esta acción ya la hicieron países como Nueva Zelanda e Irlanda, y hoy la mayoría de sus ex burócratas ganan más empleados en el sector privado que anteriormente en el gobierno. Recordar que es el sector privado el que genera riqueza y empleos para todos. El gobierno vive de los impuestos y no crea riqueza alguna.

• El gobierno debe reducir el ISR a niveles de 20% que nos haga competitivos con otros mercados emergentes como Rusia y China. El gobierno debe dejar de oír al estatista de José ángel Gurría de la OCDE que sólo recomienda más impuestos para copiar a la enfermiza social burocracia europea. Lo ideal sería adoptar un impuesto único al estilo del Flat Tax, como exitosamente lo han diseñado varios de los países de Europa del Este.

• Reducir el gasto en educación superior. Si las universidades públicas son rentables, deben ser capaces de sostenerse por ellas mismas, tal como sucede con las universidades públicas de prestigio en EU que dependen en menor cuantía de las colegiaturas y en mayor cuantía de los proyectos y patentes con el sector privado.

• El gobierno de Peña debe privatizar a toda empresa propiedad de gobiernos estatales que sólo sirven para lavar dinero, endeudar al Erario y ser negocio de unos cuantos gobernadores, contratistas y compadres en el poder. Lo puede hacer, dado que el PRI gobierna la mayoría de los estados y municipios.

• Peña debe hacer renunciar al Secretario de Hacienda por los escándalos de corrupción. Le doy un candidato más idóneo para la Secretaría de Hacienda, hombre docto y con prestigio moral, el vicegobernador del Banco de México, el doctor Manuel Sánchez González. Por la trayectoria liberal del doctor Sánchez González, sería bienvenido por los mercados internacionales.

• Reducir al máximo el número de secretarías de estado, que sean no más de diez y no 18 como ahora. Hay varias dependencias de gobierno que sólo dan vergüenza como encubridoras de la corrupción del gobierno como la Secretaría de la Función Pública que preside el lacayo Virgilio Andrade.

• Adoptar el modelo del voucher educativo y dejar que sean los padres de familia los que libremente escojan el colegio de educación básica para sus hijos. Peña debe dejarse de tonterías y abandonar a las llamadas escuelas de tiempo completo que sólo se convierten en nanas de los padres y no garantizan ninguna educación de calidad (otra vez una “ideota” que le vendieron Castañeda y Aguilar Camín).

• Reducir el déficit fiscal y convertirlo en superávit, para paliar cualquier choque externo e interno. Lo ideal sería llevar al mínimo a la deuda externa, contratada en dólares, y con ello dejar de depender de capitales de corto plazo que sólo especulan contra el peso mexicano y son un verdadero dolor de cabeza ante las pifias de la Reserva Federal.

• Finalmente, Peña debe emprender una reingeniería de la administración pública para que sea mínima, menos onerosa y más eficiente.

Ahí están algunas propuestas de política pública para el presidente. No necesita tomarlas de golpe, puede iniciar algunas de estas medidas sin sobresaltos políticos.

Que no se diga que quienes criticamos al actual régimen lo hacemos por neurastenia. Ahí están algunas ideas y sugerencias prácticas, todas por cierto políticamente viables. Ya el presidente dirá.

__________