La caída de la Bolsa Mexicana de Valores, ¿significa la pérdida de la estabilidad y el inicio de una crisis? No: significa, únicamente, que en un mercado particular, el bursátil, los precios de las mercancías (acciones) que en él se venden y compran, en promedio, han bajado, todo debido, principalmente, a los buenos resultados obtenidos en los últimos años en el mercado bursátil (ganancia de 286 por ciento entre el 1 de enero del 2003 y el 9 de mayo del 2006), y a la perspectiva de una mejor opción de inversión (efecto del posible aumento en las tasas de interés en los Estados Unidos)

Lo sucedido en la Bolsa Mexicana de Valores en las últimas semanas -fuertes ajustes a la baja-, ha sucedido en el resto de las bolsas: norteamericanas, latinoamericanas, europeas y asiáticas, lo cual quiere decir, entre otras cosas, que la caída del mercado bursátil mexicano no se debe, al menos no exclusivamente, ni mucho menos principalmente, al ambiente político que se vive (padece, dicen algunos) en el país, marcado por un proceso electoral que ha oscilado entre la acusación sin pruebas, pasando por la descalificación infundada, hasta llegar a la propuesta entre irrealizable e irresponsable, todo lo cual forma parte del folklore electorero propio de una democracia todavía muy silvestre.

Los fuertes ajustes a la baja en el precio de las acciones tampoco se deben a malos resultados de las empresas cuyas acciones se compran y venden en la Bolsa Mexicana de Valores, ya que, si así fuera, esos ajustes se darían, únicamente, en el mercado bursátil mexicano, algo que no ha sido el caso. Tampoco se deben a errores de política económica, mismos que, hasta el momento, por lo menos graves, no se han cometido: hoy, en medio de la turbulencia bursátil, las políticas comercial, fiscal y monetaria son las mismas que fueron, por ejemplo, entre el 1 de enero y el 9 de mayo pasados, semanas a lo largo de las cuales el Indice de Precios y Cotizaciones estableció 24 máximos históricos y ganó 22. 6 por ciento.

Todo indica que las causas del ajuste en el mercado bursátil mexicano son, primera, los buenos resultados obtenidos en los últimos años y, segunda, la perspectiva de una mejor opción de inversión. Sin embargo, y volviendo al ambiente político, no debo pasar por alto un ingrediente que bien puede estar influyendo en el ánimo de los inversionistas: me refiero a las propuestas económicas de López Obrador, en general, y a lo dicho, en particular, por Rogelio Ramírez de la O, con relación al Banco de México y a las políticas monetaria y cambiaria, que, de llegar López Obrador a la Presidencia, y de hacerse con el banco central y las mentadas políticas lo propuesto por Ramírez de la O, sería un grave error: el fin de la autonomía del banco central y la manipulación del tipo de cambio, camino seguro hacia la inestabilidad monetaria.

Propuestas como la de Ramírez de la O generan inseguridad y desconfianza, pero no son la única fuente de tan preocupante binomio. Hay otras que muestran lo mucho que falta para que seamos un país seguro y confiable, tal y como es el caso, por ejemplo, del Acuerdo Democrático por la Equidad, la Legalidad y la Gobernabilidad, por el cual los partidos y sus candidatos (salvo Nueva Alianza y Campa, y no sin razón), reiteraron ante la sociedad su compromiso de cumplir con la ley y aceptar el resultado de la elección, lo cual me lleva a la siguiente pregunta: ¿en algún momento, alguno de los participantes, cayó en la tentación de no cumplir la ley y no aceptar el resultado del sufragio? ¿Qué tan confiables y seguros son los partidos políticos y sus candidatos si, existiendo una legislación, un instituto y un tribunal electorales, hace falta la firma de un acuerdo como el que se llevó a cabo?