Tratar a los seres humanos con igualdad, ¿qué quiere decir? ¿Pagarles a todos, por el mismo tipo de trabajo, al margen de la productividad del trabajo de cada cual, el mismo salario? ¿Darles a todos, independientemente del trabajo realizado, y por ello del ingreso generado, la misma cantidad y calidad de bienes y servicios para la satisfacción de las necesidades? ¿Esto, y muchos otros ejemplos por el estilo, es lo que supone tratar a los seres humanos con igualdad o, por el contrario, esto es lo que supone intentar hacerlos iguales?

Aceptando que resulta imposible hacer a los seres humanos iguales, los dos ejemplos citados, el uno relacionado con el trabajo, y el otro con la satisfacción de las necesidades, son muestras de lo que se entiende por hacer iguales a los seres humanos: darles a todos por igual, lo cual, dado que no todos generan el mismo ingreso, resulta injusto. Hay que darle a cada quien lo suyo, según la clásica definición de justicia del jurista latino Ulpiano.

Darles a todos por igual es distinto a hacer iguales a todos, hechura que resulta imposible, y en cuyo intento el poder político, único con la fuerza necesaria para intentarlo, viola la libertad y la propiedad de aquellos a quienes les quita con la intención de darle a los otros, es decir, con el fin de darles a todos por igual, sí, pero quitándole a unos para darle a otros, es decir, redistribuyendo, redistribución que, más allá de la esclavitud de la Antigüedad, o del servilismo de la Edad Medida, por poner dos ejemplos, se ha convertido en la servidumbre contemporánea.

Dicho todo lo anterior, ¿cómo debe practicarse el trato igual del que habla Hayek? Debe practicarse ante la ley, que debe ser la misma para todos. El ideal debe ser la isonomía, y hablo del ideal que debe hacerse realidad porque la realidad dista mucho de ser isonómica.

Lo que debe ser. 1) El ser humano debe ser gobernado por leyes, no por hombres. 2) Todos los seres humanos deben ser iguales ante la ley. 3) Las leyes deben ser justas, siendo tales aquellas que reconocen plenamente, definen puntualmente, y garantizan jurídicamente, la vida, libertad y propiedad de los seres humanos.

Lo que es. 1) La gran mayoría de las leyes no son justas, ya que su aplicación supone la violación de los tres derechos – vida, libertad y propiedad -, que deben reconocer, definir y garantizar. 2) No todos los seres humanos son iguales ante la ley, y no por culpa de la ley, sino de los encargados de hacerla valer. 3) En muchos casos los seres humanos no están gobernados por leyes, mucho menos justas, sino por hombres que, para colmo de males, redactan leyes para hacer legal aquello que, por su propia naturaleza, es injusto, como puede ser la defensa de algún interés, sobre todo pecuniario, siendo que las leyes deben hacer valer derechos, no hacer valer intereses, mismos que pueden ser los de los más ricos, pero también los de los más pobres, pudiendo darle una redistribución de los primeros hacia los segundos (socialismo) pero también de los segundos hacia los primeros (mercantilismo).

En una sociedad de hombres libres se cumple lo que debe ser, habiéndose superado, por la eliminación de sus excesos y defectos, lo que es, sociedad de hombres libres que dista mucho de ser realidad.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.