Bastiat escribió lo anterior en el entorno de la revolución de 1848, revolución que fue de inspiración socialista, con los socialistas proponiendo lo que siempre, desde Platón, han propuesto: el armado consciente de la sociedad, como si la misma fuera un enorme rompecabezas, los seres humanos las piezas del mismo y ellos, los socialistas, los armadores, sabiendo de antemano cuál es el lugar y la tarea de cada quien, todo lo cual es contrario a la libertad individual (y, también, a la propiedad privada)

De 1848 a la fecha las cosas no han cambiado, y hoy los políticos de todos los colores recelan de la libertad y de las dos erres que le son inseparables: riesgo y responsabilidad. Basta atender a las campañas electorales, de cualquier país, y de cualquier partido, para darnos cuenta. ¿Qué prometen los candidatos? No solamente la seguridad contra la delincuencia y la justicia, como debe ser en un estado verdaderamente liberal, es decir, en el cual realmente se respeta la libertad de la persona, sino todo tipo de satisfactores, en algunos casos desde la cuna hasta la tumba, lo cual parte del supuesto de que los gobernados son tan inútiles que, sin la ayuda del gobierno, resultan incapaces de satisfacer sus necesidades.

Lo que los candidatos prometen no es solamente garantizar derechos (a la vida, la libertad y la propiedad), sino satisfacer necesidades (sobre todo las básicas, desde alimentación hasta atención médica y medicinas) o, dicho de otra manera, lo que pretenden no es solamente prohibir que nos hagamos daño unos a otros (garantizar derechos), sino que unos beneficien a otros (satisfacer necesidades), ya que los recursos con los que el gobierno atiende las necesidades básicas de unos salen, por la vía del cobro de impuestos, de los bolsillos de otros. ¿Qué es lo que hace el gobierno? Obligar a que los segundos ayuden, con su intermediación, a los primeros. ¿De qué se trata? De la redistribución, que viola tanto la propiedad privada como la libertad individual, ya que la primera es la condición de posibilidad de la segunda, redistribución que parte del supuesto de que la generación original del ingreso es desde desigual (lo cual es cierto) hasta injusta (lo cual no es cierto), injusticia y desigualdad que debe corregirse, para lo cual hay que armar el rompecabezas de manera distinta, lo cual se logra con la redistribución del ingreso. Hay que quitarles a unos para darles a otros.

¿Cuáles han sido, por lo general, los resultados de las pretensiones socialistas? En la mayoría de los casos, tal y como es el caso de México, las consecuencias están a la vista, realidad ante al cual los políticos proponen, en esencia, y tal vez con uno que otro cambio accidental, más de lo mismo, propuesta ante la cual bien vale la pena preguntarles lo que Bastiat se pregunta: ¿No será ya tiempo de intentar lo más simple de todo, la libertad, que no solamente es lo más simple de todo, sino lo más eficaz y justo de todo? Pero no, todos los políticos, sin excepción, quieren tratar a los ciudadanos como si fueran las piezas de un rompecabezas y ellos los únicos capaces de armarlo correctamente, para lo cual prometen dese precios justos hasta medicinas gratis, todo lo cual supone redistribución, es decir, quitarle a unos para darle a otros o, dicho de otra manera, obligar a que unos entreguen parte del producto de su trabajo a favor de otros, obligación que es, en mayor o menor grado, la que todos los políticos, de derecha, centro o izquierda, le imponen a los ciudadanos, y se la seguirán imponiendo mientras no se intente lo más simple, ¡y eficaz y justo!, de todo: la libertad.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.