Una idea más o menos generalizada es que a mayor complejidad de las interacciones entre las personas, mayor necesidad de que alguien las planee, conduzca, coordine y oriente, siendo que, en todos los casos, esa responsabilidad recae en el gobierno, mismo que está involucrado en campos de la vida humana en los que, bien vistas las cosas, sobre todo desde el punto de vista de la libertad individual y la propiedad privada, no debería tener ninguna injerencia.

En muchos países, comenzando por México, se cree que el gobierno debe planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional, creencia que parte del convencimiento de que sin tal planeación, conducción, coordinación y orientación gubernamental el mercado, es decir, las personas intercambiando libremente desde trabajo por salario hasta ingreso por satisfactores, será incapaz de obtener buenos resultados, mismos que demandan la intervención del gobierno, sin la cual el futuro no será mejor que el presente.

Parece lógico pensar que, a mayor complejidad de los fenómenos sociales, comenzando por los económicos, desde la producción hasta el consumo,  mayor la necesidad de que alguien se encargue de, repito los cuatro verbos, planearlos, conducirlos, coordinarlos y orientarlos, ¡como si fuera posible que alguien planee, conduzca, coordine y oriente, por ejemplo, el proceso de producción de un lápiz, que abarca desde la siembra de la semilla que, convertida en árbol, proporcionará parte de la materia prima del lápiz, hasta la exhibición del mismo en alguna papelería! ¿Existe alguien que tenga todos los conocimientos, desde técnicos hasta económicos, para poder planear, conducir, coordinar y orientar, de la A a la Z, la producción del lápiz, y obtener mejores resultados de los que se obtienen por medio del mercado, es decir, a través de los intercambios voluntarios de todos aquellos que, ¡poniendo en juego su propiedad!, aportan factores de la producción al proceso de producción del lápiz? No.

El proceso de producción del lápiz es resultado de la acción humana, pero no del diseño humano, lo cual quiere decir que es el resultado de los intercambios de todos aquellos que, por conveniencia, y por lo tanto voluntariamente, participan de dicho proceso, sin saber, en muchos casos, que están participando en el proceso de producción del lápiz, como puede ser el caso del dueño del vivero, quien siembra una semilla sin tener la más remota idea de cuál vaya a ser su destino.

Cada una de las personas que interviene en el por demás complejo proceso de producción del lápiz, lo hace arriesgando su propiedad, es decir, enfrentando la posibilidad de obtener una ganancia, pero también la de incurrir en una pérdida, siendo esta última posibilidad la que minimiza las posibilidades de error, posibilidad que está ausente del quehacer gubernamental, gobierno que puede, al final de cuentas, traspasar sus pérdidas a los contribuyentes.

Fedako tiene razón: un futuro que sea mejor que el presente será el resultado de las acciones de personas que, detectando la oportunidad de remover algún tipo de insatisfacción, arriesgan su propiedad (por ejemplo: invirtiéndola en el proceso de producción), para efectivamente removerla, sobre todo si tal remoción implica procesos de producción complejos, que solamente son el resultado de la acción humana, pero no del diseño humano, por más que no falten quienes creen que la tarea del gobierno es llevar a cabo ese diseño, sin el cual esas realidades complejas resultan imposibles, todo lo cual es falso, y basta un vistazo a nuestro alrededor para comprobarlo.

Por ello, pongamos el punto sobre la i.