No se puede ayudar a la gente permanentemente haciendo por ellos lo que podrían y deberían hacer por sí mismos.
¿Cuántas veces los gobiernos pretenden
hacer, por los gobernados, lo que los gobernados deben hacer por sí mismos,
sobre todo si se ha de respetar la dignidad de la persona, que demanda que cada
quien haga lo que cada uno debe hacer, comenzando por la satisfacción de las
necesidades básicas? Hoy, y desde hace ya tiempo, la gran mayoría de las veces.
Hoy los gobiernos pretenden hacer, por todos los gobernados, todo el tiempo, lo
que cada uno de los gobernados, en todo momento, debería hacer por sí mismo.
¿Qué subyace en la pretensión de los gobiernos
ángel de la guarda y hada madrina, que se esfuerzan por
preservar al gobernado de todos los males y por concederle todos los bienes?
Una primera explicación es el convencimiento de que el gobernado es tan inútil
que, dejado a su esfuerzo, es incapaz de evitar los males que le acechan, sobre
todo los más peligrosos, y de procurarse los bienes que necesita, comenzando
por los básicos, por lo que es responsabilidad del gobernante salvarle de todos
los males y proporcionarle todos los bienes, cuando la tarea el gobierno debe
ser preservarlo de un solo mal: el que la delincuencia le puede hacer, y
concederle un solo bien: la justicia.
Una segunda explicación, tal vez más
apegada a la realidad (¿qué gobernante reconoce que lo que hace en calidad de ángel
de la guarda, o de hada madrina, lo hace convencido de la inutilidad de sus
gobernados?), es la siguiente: el derecho de alguien tiene como contrapartida
la obligación de alguien más, no solamente de respetarlo, sino de satisfacerlo.
Por ejemplo: el derecho a la alimentación de alguien supone la obligación de
alguien más de satisfacerlo, es decir, de darle de comer. Haciendo de lado el
caso de los padres que tienen la obligación, moral y legal, de alimentar a los
hijos pequeños, o de los hijos que tienen la obligación, moral, de alimentar a
los padres ancianos, o de la obligación moral general de dar de comer al
hambriento, ¿es cierto que el derecho a la alimentación de uno supone la
obligación legal de otro de darle de comer? Insisto en el término: obligación
legal.
El que todo ser humano tenga derecho a la
alimentación, derecho que se fundamenta en la necesidad que tenemos de
alimentarnos para sobrevivir, no implica que todo ser humano tenga derecho a
que alguien más lo alimente. Sin embargo, los gobiernos actúan como si el
derecho a la alimentación de unos implicara la obligación de otros de
alimentarlos; como si el derecho a la atención médica de unos implicara la
obligación de otros de curarlos; como si el derecho a la educación de unos
implicara la obligación de otros de educarlos, y un largo etcétera. En cada
caso el gobierno actúa como intermediario entre los primeros y los segundos,
quitándoles a estos para darles a aquellos o, dicho de otra manera, obligando a
los segundos a beneficiar a los primeros, lo cual nos lleva a la pregunta más
importantes en el ámbito de la filosofía política y la teoría del Estado: ¿es
justo que el gobierno obligue a unos a beneficiar a otros? Porque esto, y nada
más que esto, es lo que el gobierno hace cuando pretende beneficiar a todos todo el tiempo, algo que resulta
imposible.
Hoy el gobierno intenta hacer por el
gobernado lo que el gobernado debería hacer por sí mismo, independientemente de
que lo consiga o no. El gobierno debe preservar al gobernado de un solo mal, el
que la delincuencia puede hacerle (matar, secuestrar, mutilar y robar) y
concederle un solo bien, la justicia, (que implica castigar al delincuente y
resarcir a la víctima). Procurar todos los otros bienes, y evitar todos los
otros males, debe ser responsabilidad de cada uno, única manera de salvaguardar
la libertad individual y la propiedad privada, única manera de respetar la
dignidad de la persona.
Por ello, pongamos el punto sobre la i.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Tanta sociedad como sea posible, tanto gobierno como sea necesario.
Si necesitamos un Estado para combatir otro Estado, por regresión, ¿cómo se justifica la existencia del primer Estado?
Los enemigos de la libertad –de izquierda, derecha o centro– tienen un denominador común: la fe en el Estado.
De la ley nace la seguridad.