¿Cuál es la sociedad liberal? Aquella en la que el gobierno se limita a garantizar la seguridad contra la delincuencia, a impartir justicia, y a proveer los bienes y servicios públicos, que realmente lo sean, y que verdaderamente deban ser proveídos por el gobierno. En esta sociedad el único mal en contra del cual lucha el gobierno es la delincuencia, es decir, la violación de los derechos, tanto naturales (con los que se nacen: vida, libertad y propiedad) como contractuales (los que se pactan, por ejemplo: en una transacción comercial), y el único bien que provee es la justicia, es decir, el castigo a quien viola los derechos de los demás y, de ser posible, el reparo del daño causado a la víctima. Lo anterior supone que la lucha en contra de todos los otros males, así como la provisión de todos los otros bienes, es responsabilidad de cada quien, tal y como debe ser en la sociedad liberal, aquella basada en la libertad individual, la propiedad privada y la responsabilidad personal.

En la sociedad liberal se requieren leyes, que prohíban la violación de los derechos de la persona; se requieren policías, encargados de vigilar el respeto a esas leyes y de perseguir a quienes las violen; se requieren jueces, cuya tarea es decidir sobre la culpabilidad o inocencia de los acusados de algún delito, así como elegir el castigo correspondiente; por último se requieren verdugos, encargados de aplicar el castigo impuesto por los jueces. ¿Qué poderes se necesitan para que se lleven a cabo las tareas antes mencionadas? En primer lugar un poder legislativo, encargado de redactar y promulgar las leyes y, en segundo término, un poder judicial, cuya tarea es incentivar el cumplimiento de dichas leyes, lo cual supone desde vigilar hasta castigar. (Cito a Hobbes: “Los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre, en modo alguno”).

En una sociedad liberal, en la cual las tareas del gobierno se limitan a las señaladas, ¿qué papel jugaría el poder ejecutivo, con sus múltiples dependencias, secretarías y agencias, todas ellas dedicadas a más, ¡mucho más!, que garantizar la seguridad contra la delincuencia y, de fallarse en el cometido, impartir justicia? Ninguno. ¿A qué se dedican las secretarías, agencias y dependencias que integran al poder ejecutivo, y que se pueden identificar en el presupuesto de egresos de dicho poder? A muchas cosas, ninguna de las cuales tiene que ver, ni con la lucha contra la delincuencia, ni con el castigo a los delincuentes, razón por la cual nada tienen que hacer en una sociedad verdaderamente liberal, como nada tienen que hacer, por citar algunas, las secretarías de economía, educación, salud, desarrollo social, secretarías que tienen como fin el sustituir al ciudadano en el cumplimento de sus responsabilidades personales, violando la libertad individual y la propiedad privada.

En una sociedad liberal, desde la perspectiva del poder ejecutivo, lo único que se necesita es una agencia recaudadora del impuesto único (ni uno más), homogéneo (la misma tasa en todos los casos), universal (sin excepción de ningún tipo), no expoliatorio (no destinado a la redistribución del ingreso), al consumo (no al ingreso, tampoco al patrimonio), indispensable para financiar las tareas de los podres legislativo y judicial, únicos que encuentran legítima cabida en una sociedad verdaderamente liberal, que es distinta a una sociedad con tintes liberales.

La afirmación de Amagi, ¿parece fuera de lugar, inclusive para liberales francamente declarados como tales? ¿No será que muchos de estos liberales no se han atrevido a llevar hasta sus últimas consecuencias, que no por últimas son necesariamente malas, los principios del liberalismo?

Por ello, pongamos el punto sobre la i.