Llama la atención la cantidad de gente que cree que sin la licencia del gobierno el ciudadano, sobre todo cuando se trata de un agente económico actuando por el lado de la oferta, no debe trabajar, emprender, invertir, producir, distribuir, ofrecer o vender, creencia generalizada que muestra lo bien que el gobierno ha hecho su tarea, un eficaz lavado de cerebro, por el cual el gobierno hace creer a muchos ciudadanos que sin la intromisión (y en eso, en una intromisión, consiste la mayoría de los casos de licenciamiento, es decir, de otorgamiento de permisos para poder trabajar, emprender, invertir, producir, distribuir, ofrecer o vender) del gobierno en la actividad de los agentes económicos, ésta resultaría caótica, abusiva, excesiva, defectuosa, inconveniente, extrema, arbitraria, anárquica, de tal manera que, para evitar todo ello, se requiere de la intervención del gobierno, misma que inicia por dar licencia para, y a propósito repito los verbos, trabajar, emprender, invertir, producir, distribuir, ofrecer o vender.

¿Qué tipo de sociedad es aquella en la cual, para poder realizar una actividad económica, lo primero que hay que hacer es pedirle permiso al gobierno, sin el cual cualquier agente económico estaría actuando al margen de la ley, ¡convertido en delincuente!, por el hecho de haber iniciado un negocio, con la intención de obtener una ganancia, para lo cual debe satisfacer correctamente alguna necesidad, gusto, deseo o capricho de los consumidores.

Con relación a este tema recuerdo lo escrito por Ayn Rand, en la misma línea de lo apuntado por Rothbard. La cito: “Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada; cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores; cuando percibas que muchos se hacen ricos por el soborno y por influencias más que por su trabajo, y que las leyes no te protegen contra ellos sino, por el contrario, son ellos los que están protegidos contra ti; cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que tu sociedad está condenada."

Pongo un ejemplo, por demás extendido en varios países: la licencia que un restaurantero debe obtener del gobierno antes de poder ofrecer a sus comensales bebidas alcohólicas, como si esa licencia garantizara, cara a los derechos de los consumidores algo. Cara a esos derechos, ¿esa licencia qué garantiza? Nada, absolutamente nada. Entonces, ¿cuál es su razón de ser? Generar ingresos para el gobierno, tanto los legales (los debidos por ley), como los ilegales (los necesarios para que, si el permiso se “atora”, se “desatore”), pero en ambos casos injustos. Se trata, aunque no se le llame así, de un impuesto, sobre todo si por tal entendemos cualquier desembolso obligatorio, a favor del gobierno, no por haber hecho algo malo (entonces se trataría de una multa), sino por hacer algo bueno (por ejemplo: abrir un restaurante, es decir, por trabajar, emprender, invertir, producir, distribuir, ofrecer o vender), lo cual en muchos casos está prohibido hasta que el gobierno te da la licencia para hacerlo.

¿Por qué hemos permitido esta arbitrariedad: que el gobierno nos quite un derecho para, acto seguido, cobrarnos si queremos ejercerlo? ¿Porque no nos hemos dado cuenta de lo que pasa? ¿Porque si nos damos cuenta no nos importa? ¿Porque si nos importa nos consideramos incapaces de hacer algo al respecto? ¿Porque la mayoría cree que es lo correcto, y quién soy yo para ir contra la mayoría? ¿Porque quien lo hace es el gobierno y eso basta y sobra para sea correcto? ¿Por qué?

Por ello, pongamos el punto sobre la i.